domingo, 27 de mayo de 2007

Artículo de Naomi Klein* sobre el Banco Mundial

El Wolfie sacrificado



No es el acto en sí, sino la hipocresía. Esa es la frase sobre Paul Wolfowitz, proveniente de las páginas editoriales de distintas partes del mundo. No es ninguno de los dos: no es el acto (no hacer caso de las reglas,para conseguirle a su novia un aumento salarial) ni la hipocresía (el hecho de que la misión de Wolfowitz como presidente del Banco Mundial es luchar por un "buen gobierno").

Primero, deshagámonos del supuesto problema de hipocresía. "¿Quién quiere ser sermoneado por alguien que dice 'haz lo que digo, no lo que hago'?",preguntó un periodista. Nadie, claro. Pero esa es una descripción bastante buena del juego de póker de prendas (en el que sólo uno de los jugadores se quita las prendas) que representa nuestro sistema de comercio global, en elcual Estados Unidos y Europa -a través del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC)- le dicenal mundo en desarrollo: "Quita tus barreras comerciales y nosotros dejamoslas nuestras". Desde los subsidios agrícolas al escándalo de Dubai Ports World, la hipocresía es el principio rector de nuestro orden económico.

El único crimen de Wolfowitz fue tomarse a pecho la postura internacional de su institución. El hecho de que su respuesta al escándalo fue contratar un abogado de celebridades y buscar un "entrenador" de liderazgo simplemente aporta mayor evidencia de que absorbió por completo los modos del Banco Mundial: cuando dudes, despilfarra el presupuesto en consultores excesivamente caros y llámalo 'ayuda'.

La más seria mentira, que está en el meollo de la controversia, es la insinuación de que el Banco Mundial era una institución con impecables credenciales éticas -hasta que, según 42 ex ejecutivos del Banco- Wolfowitz puso su credibilidad "fatalmente en duda". (Muchos liberales estadounidenses,adictos al efímero prendón que produce forzar a neoconservadores a renunciar, se agarraron de este cuento de hadas.) La verdad es que la credibilidad del Banco ya estaba fatalmente en duda desde que impuso que los estudiantes de Ghana pagaran cuotas escolares a cambio de un préstamo; desde que demandó que Tanzania privatizara su sistema potable; desde que hizo que la privatización de las telecomunicaciones fuese una condición para otorgar la ayuda por el Huracán Mitch; desde que demandó "flexibilidad" laboral,tras el tsunami asiático en Sri Lanka; desde que empujó a que se eliminaranlos subsidios alimenticios en el Irak post-invasión. A los ecuatorianos les importa muy poco la novia de Wolfowitz; más apremiante es que en 2005 el Banco retuvo los 100 millones de dólares prometidos, después de que el país se atrevió a gastar una porción de sus ingresos petroleros en salud yeducación. Vaya organización contra la pobreza.

Pero el área en el cual el Banco Mundial tiene menor autoridad moral es en la lucha contra la corrupción. Casi en todos lados en donde ha habido un masivo saqueo estatal en las pasadas cuatro décadas, el Banco y el FMI han sido los primeros en la escena del crimen. Y, no, no miraron para el otro lado mientras los lugareños se forraban los bolsillos; escribían las reglas del juego para el robo y exclamaban, "¡más rápido, por favor!" Se trata de un proceso conocido como terapia de shock.

Rusia, bajo el liderazgo del recién fallecido Boris Yeltsin, fue un buen ejemplo. Comenzando en 1990, el Banco encabezó la cargada para que la exUnión Soviética impusiera inmediatamente lo que llamó una "reforma radical". Cuando Mijail Gorbachov se rehusó a seguir el plan, Yeltsin se ofreció. Ese hombre buldozer no dejaba que nada ni nadie -incluyendo a los políticos rusos con cargos de elección popular- se interpusiera en el camino del programa de Washington. Después de que ordenó que los tanques del ejército abrieran fuego sobre los manifestantes en octubre de 1993, matando a cientosy dejando al Parlamento ennegrecido por las llamas, el escenario estaba puesto para las privatizaciones, en venta de liquidación, de los más preciados bienes estatales de Rusia, en favor de los llamados oligarcas. Claro, el Banco estaba ahí. Respecto del frenesí por hacer leyes (sin la másmínima democracia) que siguió al golpe de Yeltsin, Charles Blitzer, el jefe economista del Banco Mundial en Rusia, le dijo al Wall Street Journal: "No me había divertido tanto en toda mi vida".

Cuando Yeltsin dejó el puesto, su familia se había vuelto inexplicablemente rica, y varios de sus subordinados estaban enredados en escándalos de sobornos. Estos incidentes fueron registrados en Occidente, como siempre lo son, como desafortunados detalles locales en un proyecto de modernización económica que, por lo demás, era ético. De hecho, la corrupción estaba incrustada en la idea misma de la terapia de shock. La torbellinesca velocidad del cambio era crucial para superar el rechazo generalizado a las reformas, pero también implicaba que, por definición, no podía haber descuido alguno. Además, los sobornos a los funcionarios locales eran un incentivo indispensable para que los apparatchiks de Rusia crearan la completa apertura de mercado que Washington demandaba. A final de cuentas,hay buenas razones para que la corrupción nunca sea una prioridad para el Banco y el FMI: sus funcionarios entienden que cuando reclutan políticos para que promuevan una agenda económica que se sabe que les granjeará furiosos enemigos en casa, normalmente tiene que haber alguna recompensa en las cuentas bancarias en el extranjero de aquellos políticos.

Rusia está lejos de ser única: desde el dictador chileno, Augusto Pinochet,quien acumuló más de 125 cuentas bancarias mientras construía el primer estado neoliberal; la Argentina del presidente Carlos Menem, que conducía un Ferrari Testarossa rojo mientras aniquilaba su país; a los "miles de millones faltantes" en el Irak de hoy; en todos los países hay una clase de políticos ambiciosos, con mentes sangrientas, que están dispuestos a desempeñarse como los subcontratistas del Occidente. Cobrarán sus honorarios, y esos honorarios se llaman corrupción: el silencioso pero siempre presente compañero en la cruzada por privatizar el mundo en desarrollo.Las tres instituciones principales en el centro de esa cruzada están en crisis, no por las pequeñas hipocresías sino por las grandes. La OMC no puede volver a encarrilarse, el FMI se va a la bancarrota, desplazada por Venezuela y China. Y ahora el Banco se hunde. The Financial Times reporta que cuando los gerentes del Banco Mundial repartieron consejos, "ahora se rieron de ellos". Quizá todos deberíamos reírnos del Banco. Sin embargo, lo que definitivamente no deberíamos hacer es participar en el esfuerzo por limpiar la ruinosa historia del Banco repitiendo la absurda narrativa de que la reputación de una organización contra la pobreza, por lo demás loable, ha sido mancillada por un hombre. El Banco, comprensiblemente, quiere echar por la borda a Wolfowitz. Yo digo, que se hunda el barco con el capitán.

© 2007 Naomi Klein, www.nologo.org

Esta columna fue publicada en The Nation, www.thenation.com

Traducción: Tania Molina Ramírez

*Naomi Klein es una de las plumas periodísticas e investigadoras más influyentes en el movimiento opositor a la globalización, nacida en Montreal (Canadá) en 1970. Es economista, política, periodista y escritora. Caracterizada por su trabajo independiente en los medios periodísticos, colaboró como columnista para los periódicos como el The Guardian de Londres y The Globe and Mail de Toronto.
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sábado, 5 de mayo de 2007

Paraísos fiscales, ¿hasta cuándo? Artículo de Carlos Jimémez.

MANGA ANCHA CON UNA PRÁCTICA QUE PERJUDICA AL CIUDADANO.

CARLOS JIMÉNEZ
Paraísos fiscales, ¿hasta cuándo?
El Gobierno no ha luchado contra la existencia de cuentas bancarias en filiales de bancos españoles

Carlos Jiménez*.

Recientes investigaciones judiciales han vuelto a revelar la realidad de esos territorios, incomprensiblemente llamados paraísos por el ordenamiento jurídico, como destino de los capitales de origen ilícito. Su constante presencia ante cualquier forma de delincuencia económica parece que no resulta suficiente para tomar medidas más drásticas que las adoptadas hasta ahora por el Gobierno y la comunidad internacional. Por lo visto, no bastó el informe publicado por la OCDE en el año 1998, en el que se señalaba que esos paraísos "erosionan las bases imponibles de otros países, distorsionan los patrones de comercio e inversión y minan la justicia, neutralidad y amplia aceptación social de los sistemas fiscales en general. Tal competencia fiscal nociva disminuye el bienestar global y vulnera la confianza de los contribuyentes en la integridad de los sistemas fiscales".
Como tampoco parece que bastara el informe del Banco de España del 2004, sobre la presencia de la banca en los que llamaba, evitando su verdadera denominación, "establecimientos off-shore" (en ultramar). La autoridad monetaria reconoció lo que era y es un secreto a voces: que la banca desarrolla a través de sus filiales en dichos centros actividad propia de banca privada con residentes españoles, que los fondos captados en dichos centros se remansan, y que hay serios problemas en "la identificación precisa y documentada del cliente final" de los depósitos fiduciarios constituidos por las filiales off-shore del grupo. Y recomendaba un cierto distanciamiento de la banca respecto de esos territorios con el propósito de "minimizar los riesgos legales y de reputación en que se incurre con las actividades realizadas en establecimientos off-shore". Además, requería a los administradores que el "objeto social y las actividades que puedan llevarse a cabo en un centro off-shore deban estar claramente identificados y definidos". Pero las cosas no han cambiado sustancialmente. El grupo SCH, según el informe presentado a la autoridad bursátil de Estados Unidos para el ejercicio del 2005, declaró 609 filiales, 51 de ellas en paraísos fiscales (8,4%). Y el BBVA, según el informe del ejercicio del 2005, declaró 310 filiales, 29 de ellas en dichos territorios (9,35%).Pero las alarmas se dispararon cuando, el año pasado, la OCDE valoró negativamente la política española antiblanqueo. El informe denuncia el incumplimiento por parte del Gobierno de algunas de las 40 recomendaciones para prevenir el blanqueo de capitales. Cabe destacar dos de los déficits señalados porque reflejan la debilidad del sistema frente a dicha actividad delictiva. Así, se denuncia la falta de una adecuada supervisión de las actividades de los despachos de abogados, notarías, inmobiliarias, registradores, asesores, joyeros y casinos, en cuanto todos están específicamente obligados a cooperar contra el blanqueo de capitales.Entre los años 2001 y 2004, todos esos colectivos habían denunciado solo 18 operaciones sospechosas. Es un dato ya sorprendente. Máxime cuando, según la OCDE, en España están censadas 45.800 empresas inmobiliarias, de las que solo 4.600 tienen más de tres empleados. Y continúa denunciando que no se había hecho ninguna inspección hasta esa fecha de los auditores, abogados, asesores y notarías. Y que solo ha- bían sido investigadas 14 de las 6.500 instituciones financieras censadas en España. El informe prosigue señalando, entre las deficiencias del sistema, el consentimiento de que las instituciones financieras, especialmente las entidades de crédito, mantengan relaciones de corresponsalía con bancos pantalla, evidentemente en paraísos fiscales, y exige asegurar que las filiales bancarias en estos territorios cumplan, como exige la ley de prevención de blanqueo, los sistemas de control interno que permitan detectar las operaciones sospechosas.Es decir, queda acreditado y ahora denunciado a escala internacional lo que ya era evidente: que el Gobierno no cumple rigurosamente con el control de las sociedades y cuentas de las corresponsalías bancarias en los paraísos fiscales. El Gobierno ha reaccionado limitadamente con la aprobación de la ley de medidas de prevención del fraude fiscal, donde finalmente se reconoce que el fraude fiscal "supone una merma para los ingresos públicos", que "afecta a la presión fiscal que soportan los contribuyentes cumplidores" y que es "el principal elemento de inequidad de todo sistema tributario".
Se adoptan ciertas medidas en relación con los paraísos fiscales y el sector inmobiliario. Y, sobre todo, se aprovecha para reformar y controlar más eficazmente la actividad notarial, todavía regida por una ley de 1862. Reforma que, incomprensiblemente, ha encontrado resistencias en esa vetusta corporación. El decano del Colegio de Notarios de Madrid ha advertido de los riesgos que representa para la función del notariado que se abra "en la reserva del protocolo un portillo para que pasen libremente por él no solo los funcionarios encargados de atender emergencias, sino las administraciones tributarias" de cualquier grado, con el riesgo evidente de que pida también esa llave cualquier otra autoridad administrativa, como si el notario formara parte del organigrama del Estado y los protocolos fueran un archivo pú- blico. Y aquí debe haber una raya roja que es preciso respetar". Pues sí, habrá que traspasar muchas líneas rojas si realmente quiere acabarse con esos llamados paraísos, que lo son sobre todo para los delicuentes, como refugio de capitales fruto del fraude y de toda clase de tráficos ilícitos.

*Exfiscal anticorrupción.

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