lunes, 30 de mayo de 2011

"La crisis no es un fenómeno meteorológico, tiene culpables"

Entrevista a Ricardo García Zaldívar Presidente de Attac EspañaPúblico

Alza la mano en la plaza del Carmen de Madrid. A debate, el funcionamiento de los sistemas financieros. Qué es un banco público, qué una caja, qué diferencia la obra social de la función social, por qué es un error creer en el poder de los ciudadanos para sacar todos a una el dinero de los bancos… Un doctor en Economía, profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, inmerso, megáfono en mano, en el mundo asambleario que se ha tejido enganchado a la bobina de Acampada Sol. En busca de los oídos que lleva tanto tiempo recolectando el movimiento Attac desde su nacimiento en Francia por impulso de Ignacio Ramonet desde las páginas de Le Monde diplomatique. De repente, ciudadanos concentrados (física y mentalmente) para aprender y después actuar.

¿Cuál es el leitmotiv de Attac?

En 1997, Ignacio Ramonet, al ver la crisis en el sudeste asiático, planteó que había que organizar a la sociedad y movilizarla contra la especulación. La propuesta bandera era aplicar un impuesto a las transacciones financieras (ITF), recuperando la idea del economista estadounidense, Nobel de Economía, James Tobin. En España, Attac surgió en el 2000 y está en casi todas las autonomías.

Angela Merkel, Nicolas Sarkozy, el Parlamento Europeo, el Congreso de los Diputados español… Muchos han apoyado la tasa Tobin. ¿Por qué no sale adelante?

Para Attac, Tobin es un impuesto, no una tasa. En España se tradujo así por la similitud de la palabra francesa e inglesa pero su recaudación no tiene finalidad concreta como las tasas, su destino se decide con el resto de los Presupuestos. La idea de Tobin, que era crear un impuesto a las transacciones cambiarias, viene de 1971, cuando Nixon acaba con los acuerdos de Bretton Woods y el dólar deja de tener el respaldo del oro. Desde ese momento, EEUU, con graves problemas por Vietnam, podía darle a la máquina de hacer dólares sin corrección. Esto provocó una especulación brutal con las divisas. Cuando en los albores de la presente crisis se retoma la idea, se ve que hay que ampliarla a las transacciones financieras en general. Detrás está el objetivo de combatir la especulación, idea central de Attac. Hemos estado mucho tiempo intentando que la sociedad entienda por qué el impuesto es útil para combatir los problemas que provocan las políticas neoliberales. Los sindicatos lo llevan ahora en sus propuestas. Para que el PSOE apoyase en marzo la proposición no de ley de IU-ICV se sufrieron dos derrotas en las que votó en contra.

¿Ve cerca la aplicación real?

Estamos lejos pero estamos más cerca que antes de que, en Europa, como paso previo a su adopción en el mundo, se introduzca un ITF, que las finanzas paguen, que contribuyan también. Ahora, gracias a los paraísos fiscales, no contribuyen. Muchos países lo han entendido y lo apoyan.

Si el impuesto se aplica a todas las transacciones, afectará también a las ligadas a la economía real.

Estamos hablando como mucho de un impuesto del 0,1%. Los especuladores, que pueden hacer entre 100 y 200 transacciones semanales, pagarán mucho más. Alguien con un capital de 100 millones de euros en constante movimiento no paga un 0,1% y ya está, como sí ocurre si alguien hace por ejemplo una inversión en el sector de la minería chilena. El especulador paga un 0,1% cuando compra yuanes, otro cuando cambia ese mismo capital por yenes, otro cuando ese mismo día compra bonos porque van a subir de precio… Llegará un momento en que se pensará si seguir especulando. Se recauda con el impuesto, pero lo importante es que se va al corazón de la especulación y la desincentiva. Y también que acerca las finanzas a la economía productiva y real, no a la virtual y especulativa.

PP y CiU no apoyaron el impuesto en el Congreso. ¿Sus victorias electorales no ponen en riesgo que España lo apoye?

El campo de juego en este momento es Europa. Sarkozy, Merkel y algunos otros, que no son socialdemócratas ni de izquierdas, lo defienden porque la crisis les ha hecho entender ciertas cosas. El PP es aquí contrario pero ya veremos cuando gobierne si lo apoya o no en Europa. En cualquier caso, hay una decisión tomada por el Parlamento español y el 24 de junio hay un Consejo de Europa que tiene que pronunciarse. Somos bastante optimistas. Su implantación puede tardar uno o cinco años pero acabará siendo como el IRPF, que ahora nadie lo discute, ni la izquierda ni la derecha.

En Acampada Sol’ se han oído ideas imposibles, como la de sacar el dinero de los bancos.

En las asambleas de Acampada Sol ha habido mucha gente muy ávida de conocer, que tiene pasión por entender las cosas. Por eso nos hemos metido tan de lleno. La primera asamblea fue un desastre y planteamos con otros que se explicasen las cosas. No se le puede decir a la gente que saque el dinero de los bancos. Primero hay que entender cómo funciona el sistema financiero. Hay que explicar por qué defender una banca pública que coexista con la privada y por qué deben tener control ciudadano. Hay propuestas que parece que la gente quiere meter con calzador. Cuando la gente entiende, nacen las buenas propuestas. Esa es la función de Attac: difundir una forma de entender la sociedad para movilizarse.

¿Qué otras líneas defienden?

Hay una ofensiva de las finanzas por arrastrar a su lógica, que aplica el tipo de interés a todo, los servicios públicos: sanidad, educación, agua. Tenemos una fuerte batalla contra la privatización del Canal de Isabel II, que tiene una gestión impecable y se está entregando al negocio financiero.

¿Su querella contra las agencias de rating puede prosperar?

Ha sido admitida a trámite, es decir, hay materia. Se habla de la crisis como si fuese un fenómeno meteorológico, donde no ha intervenido el hombre. Y tiene culpables. Ponerles cara es otra de nuestras funciones. Agencias de rating, bancos de negocio como Goldman Sachs… Tenemos el doble objetivo de que avance el proceso jurídico y de que sirva para fortalecer el tejido social, con menos consumidores y más ciudadanos.

Ricardo García Zaldívar Doctor en Economía, profesor en la Universidad Carlos III de Madridy presidente de Attac España.

domingo, 29 de mayo de 2011

Españistán, de la Burbuja Inmobiliaria a la Crisis . Vídeo didáctico


Españistán, de la Burbuja Inmobiliaria a la Crisis

Aleix Saló

http://www.youtube.com/watch?v=N7P2ExRF3GQ&feature=player_embedded#at=211

La historia continúa en http://estepaissevaalamierda.wordpress.com/
(www.burbujainmobiliaria.com/ inhabilitada de momento por exceso de visitas)

miércoles, 25 de mayo de 2011

El papel de los hedge funds: desigualdad e inestabilidad financiera

Los hedge funds, conocidos como fondos de cobertura o fondos de inversión libre, son un tipo de fondos de inversión colectiva que no están apenas sometidos a regulación y que precisamente por ello han jugado un papel crucial en prácticamente todas las crisis financieras desde los años noventa. Debido a su relativa complejidad son plenamente desconocidos para la mayoría de la población. Una población que es, paradójicamente, la principal afectada por la actuación de estas entidades financieras. Para evitar que eso siga siendo así en este artículo trataré de arrojar suficiente luz, por supuesto siguiendo el estilo pedagógico de siempre, en el oscuro mundo de los hedge funds.

El funcionamiento de los fondos de inversión colectiva es la recogida de dinero de muchas fuentes (personas individuales, ahorro empresarial o incluso de otros fondos) y la inversión del mismo en cualquier producto financiero (acciones, por ejemplo). Al cabo de un tiempo, cuando ha habido un beneficio y el dinero se ha revalorizado, el fondo devuelve a los propietarios últimos el nominal (el dinero invertido) más los intereses, quedándose el banco con una importante comisión.

Origen

El primer hedge fund reconocido como tal se constituyó en 1949 en EEUU, pero su expansión más importante ha tenido lugar desde la segunda mitad de los años noventa. Los hedge funds se distinguen del resto de fondos de inversión colectiva precisamente en su agresividad y exposición al riesgo. Por un lado no tienen limitaciones regulatorias de ningún tipo, y por otro lado suelen mantener posiciones muy elevadas de apalancamiento (operaciones realizadas con fondos ajenos, por ejemplo préstamos). Esto significa que cualquier fondo de inversión puede realizar operaciones no con su dinero sino con tanto dinero prestado como quiera. En caso de beneficio la rentabilidad es mucho más alta, pero en caso de pérdida el problema es también gravísimo y muy contagioso (los impagos se suceden unos a otros).

Los hedge funds además son gestionados por profesionales que en gran parte vuelcan sus ganancias como inversión en el mismo hedge funds, comprometiéndose de forma más intensa con el futuro del fondo. Como consecuencia de todas estas características los hedge funds suelen arrojar altos niveles de rentabilidad.

Cómo y dónde está constituido un hedge fund

Los hedge funds son gestionados por profesionales y tienen barreras de entrada muy altas para los inversores, alcanzando en muchos casos el millón de dólares, aunque en todo caso depende de la regulación concreta del territorio en el que se constituye. Estas barreras de entrada son muy altas precisamente a causa del también alto riesgo que conllevan las operaciones financieras que realizan los hedge funds. Los reguladores buscan proteger a los pequeños inversores y consideran que la mejor forma es elevando las barreras, mientras que desde la órbita más liberal se considera que hay que rebajar esas barreras para hacer partícipe a la mayor población posible del beneficio de los hedge funds.

Los hedge funds tienen por lo tanto un mínimo de actores: los inversores, los gestores y las empresas que les ofrecen servicios. En cuanto a los inversores, actualmente la mayoría son otros fondos de inversión colectiva (incluso otros hedge funds), empresas transnacionales y por supuesto millonarios.

Además, el territorio de ubicación suele ser distinto del territorio de gestión. En efecto, el 60% de los Hedge Funds en 2010 estaban localizados en paraísos fiscales (de hecho el 37% del total de hedge funds están en las Islas Caimán y el 27% en Delaware, es decir, Estados Unidos). La constitución en un paraíso fiscal también incrementa la rentabilidad porque disminuye los costes de las operaciones (intereses, registros, etc.). En cuanto a la gestión el 80% está en territorio estadounidense (concretamente el 41% está en Nueva York), y la gran mayoría del resto está en Londres. Los hedge funds tienen sabor anglosajón.

Pero también tienen sabor a banca. Porque los gestores de estos fondos son lógicamente los bancos, y además también son ellos quienes ofrecen servicios especializados a los hedge funds. Y según todas las estadísticas estamos ante un negocio cada vez más concentrado, precisamente como consecuencia de la crisis.

En definitiva, como todo fondo de inversión colectiva, el objetivo de un hedge fund es revalorizar el dinero depositado por los inversores, y para ello se acude a todos los mercados financieros (acciones, deuda privada, deuda pública, futuros, etc.) buscando rentabilidades. El objetivo es especular, y para eso prácticamente todo vale.

Estrategias de hedge funds

Las estrategias que usan los hedge funds pueden variar entre unos y otros, pero todas buscan “explotar” las oportunidades de hacer beneficios en los mercados financieros. Y todas son, en cierto sentido, apuestas. Suelen ser estrategias complejas, pero a veces pueden ser tan sencillas como apostar que los tipos de intereses de los bonos privados y los bonos públicos van convergiendo [1]. La forma habitual de apostar de los hedge funds es la de alternar posiciones cortas con posiciones largas.

Tomar una posición corta (short) significa que la apuesta es “pensar que el precio va a bajar”. Por ejemplo, un hedge fund puede vender sus acciones hoy y comprarlas mañana cuando hayan bajado. Como se vende hoy más caro de lo que se comprará mañana hay beneficio. Una posición corta desnuda (naked short) es lo mismo pero en el caso de que se esté vendiendo algo que no se tiene [2]. Por ejemplo, vendemos al precio de hoy para entregar pasado mañana y esperamos que mañana valga mucho menos. Mañana compramos y lo entregamos pasado mañana, haciendo el beneficio.

Una posición larga es apostar a que “el precio va a subir”, que es a lo que estamos acostumbrados. Si se combinan ambas posiciones en diferentes mercados se pueden incrementar los beneficios. Por ejemplo, de la venta que hicimos en la posición corta recibiremos un dinero que podremos invertir mientras en una posición larga. El dinero nunca duerme.

Historia: hedge funds, crisis y especulación

El caso más conocido de un hedge fund es el del Long-Term Capital Management (LTCM), gestionado por un equipo de profesionales que incluía a dos premios nobel de economía, y entre sus inversores incluso había bancos centrales. Las rentabilidades netas fueron del 42’8% en 1995, del 40’8% en 1996 y del 17’1% en 1997, y el apalancamiento era de 30 a 1 (Vilariño, 2000). En 1998 las arriesgadas y complejas operaciones del hedge fund se enfrentaron con la moratoria de la deuda rusa, y las pérdidas fueron muy severas. Finalmente la acción del Banco la Reserva Federal de Nueva York, que presionó a un conjunto de grandes inversores para salvar al banco, evitó males mayores.

Pero otros casos son también espectaculares y reflejan igualmente el signo de los tiempos. El primero que merece la pena apuntar es el de George Soros, quien utilizó su hedge fund para especular contra la libra esterlina. Primero George Soros pidió prestado 15.000 millones de libras esterlinas, y las cambió sigilosamente a dólares. El objetivo de Soros era apostar a corto con las libras, es decir, apostar a que perderían valor. Cuando tenía todo preparado y quiso atacar se las arregló para que fuera muy sonado: convocó a los medios y anunció que estaba convencido de que la libra caería. Entonces vendió masivamente sus libras prestadas y envió así la señal al mercado de que la libra caía de verdad (en efecto, la venta masiva, sumada al miedo del resto de tenedores de libras, hizo que cayera). El gobierno británico respondió con todas sus armas de política monetaria, pero tras gastar más de 50.000 millones de dólares tuvo que rendirse: los especuladores le habían vencido. Con la libra por los suelos Soros compró 15.000 millones de libras (que ahora valían muchos menos dólares) y las devolvió (era un préstamo). Las ganancias fueron descomunales, y la enseñanza más: un especulador, uno solo, podía hundir a un país entero [3].

La crisis asiática de los noventa da muchos más ejemplos de esto, y la reciente crisis de deuda pública aún más. Nos enseña que unos pocos especuladores, contados con los dedos pero administrando ingentes cantidades de dinero, pueden derribar países y configurar ellos solos las políticas económicas.

Rentabilidad y evolución actual

Por todo, los hedge funds obtienen mayor rentabilidad en escenarios revueltos, ya que no hay nada peor para un fondo de inversión colectiva que la no existencia de espacios para especular. Ahora bien, escenarios de incertidumbre generalizada o crisis colectiva pueden ser también su propia tumba. Además, como decía antes, el contagio de las pérdidas puede ser enorme debido a la situación de apalancamiento. Por lo tanto, dependiendo de qué sectores y mercados financieros sufran las pérdidas sufrirán más o menos los hedge funds.

Y la crisis se cebó con los hedge funds en 2008, ya que muchos de ellos habían participado en activos financieros tóxicos o tenían participaciones en fondos de inversión colectiva que sí lo habían hecho. El caso del banco de inversión Bear Stearns es representativo, puesto que en 2008 tuvo que responder ante las pérdidas de dos hedge funds que gestionaba (en paraísos fiscales) y eso le hizo hundirse definitivamente. Fue vendido a precio de saldo a JP Morgan [4].

Pero con los rescates financieros los hedge funds pudieron volver a respirar tranquilos. Y volvieron a hacer beneficios y a proseguir con su actividad especulativa. Basta ver el gráfico que he realizado con datos de TheCityUK.

El negocio de los hedge funds vuelve a estar al alza, y eso es precisamente lo que demuestran no sólo los datos de rentabilidad sino también los datos de activos gestionados por ello. Sin llegar todavía a niveles de 2007, niveles pre-crisis, los hedge funds han recuperado espacio a pasos agigantados.

Y es que en definitiva parece que todo el sistema financiero vuelve a la normalidad poco a poco. Incluso el apalancamiento está recuperando los niveles de 2007. Pero es que esa es la “normalidad” que llevó a la crisis, pues aunque no podamos aventurar que los hedge funds sean culpables de la crisis sí que tuvieron un papel más que importante en la expansión de las burbujas y contagio de los daños posteriores. Y es que como sociedad no aprendemos.

Conclusiones

Pero que todo vuelva a esta “normalidad” era de esperar. En economía existe el concepto de “riesgo moral”, que tiene que ver con los incentivos que existen en el mercado y las creencias de los agentes. Hoy todos los agentes financieros (inversores y gestores especialmente) saben que los Estados salvarán de la quema a las entidades que estén en problemas y que hagan peligrar el sistema (y dada la cantidad de dinero que mueven los hedge funds y los bancos podríamos decir que son casi todos), por lo que no tienen presente el riesgo real de pérdidas. Por decirlo de otra forma: saben que la factura la pagan los trabajadores con los planes de ajuste y otras medidas, de modo que no se preocupan en no repetir las mismas actividades que les han hecho más y más ricos antes y después de la crisis.

No podemos olvidar que el fenómeno de los hedge funds además de promover la inestabilidad financiera y de distorsionar el mercado (porque ya me dirán los liberales qué ventajas tienen para la sociedad las operaciones short naked), incrementan la desigualdad en varios sentidos. Por un lado porque como industria las élites financieras que gestionan estos fondos promueven una configuración institucional tal que hace entrar a los Estados en competencia fiscal y les impide controlar de forma efectiva la evasión fiscal. Como consecuencia las finanzas públicas se distorsionan y al final el Estado del Bienestar acaba siendo pagado por las clases medias y bajas, quedando las altas al margen de los pagos al sistema. Por otro lado porque lógicamente son las clases altas las que se benefician en mayor medida de los negocios de los fondos de inversión colectiva (fondos de pensiones, fondos de inversión, hedge funds, etc.) y por lo tanto crece exponencialmente la diferencia entre quienes ingresan cada vez menos por su salario y quienes ingresan cada vez más por sus actividades financieras.

El caso es que vamos de cabeza a otra enorme crisis financiera. Y si no, al tiempo.

Notas:

[1] Para realizar estas operaciones se utilizan los derivados financieros.

[2] En este caso se usan futuros y opciones. En otra ocasión lo explicaremos con más detalle y ejemplos de especulación frente a la deuda pública.

[3] El propio Soros lo cuenta en algún libro suyo cuyo título ahora mismo no recuerdo. Pero está muy bien explicado y con más ejemplos similares en el capítulo 6 del libro de Krugman “El retorno de la economía de la depresión”.

[4] Está explicado en nuestro libro gratuito y descargable en formato .pdf. ¿Por qué se cayó todo y no se ha hundido nada?.

Bibliografía:

Vilariño (2000): Turbulencias Financieras Y Riesgos De Mercado, Pearson Educación

Alberto Garzón Espinosa
http://www.agarzon.net/?p=807
Attac

martes, 24 de mayo de 2011

El 15-M y las preguntas del presente

La gran depresión, que arranca con el crac de 2008, marca el fin de un sueño/pesadilla de un cuarto de siglo. El modelo neoliberal, que consiguió dividir a clases populares y clases medias enriqueciendo a grandes propietarios y rentistas, pilotó alrededor de la creación de una demanda ficticia. Ficticia porque no estuvo alimentada por las rentas del trabajo sino por la renta financiera e inmobiliaria, por el endeudamiento y la apuesta bursátil. El proyecto fue restaurador en lo social y lo ideológico porque trató de generar crecimiento hundiendo salarios y precarizando empleo. Pero sólo pudo durar casi tres décadas porque se ganó a una parte de las clases medias, e incluso a una fracción de las clases populares: aquéllos con salarios regulares y capacidad adquisitiva suficiente para comprar productos financieros e invertir en bienes inmuebles. Sólo pudo hacerlo por medio de una erosión persistente del sistema político democrático, abandonando, poco a poco, a los jóvenes a su suerte.

¿Qué va a pasar ahora? Los bancos, que son los grandes ganadores del neoliberalismo, estuvieron a punto de perder el poder acumulado a lo largo de un cuarto de siglo. La única razón por la que “los expropiadores no fueron expropiados” (K. Marx) en aquellos meses críticos es que los gobiernos de centro eran y siguen siendo sus representantes políticos. Los gobiernos de centro, arropados por el bipartidismo, declararon que toda la economía caería si el poder de la finanzas y de sus gestores privados pasaba a manos públicas, a manos ciudadanas. Ahora los bancos hacen lo de siempre: negocios para sus clientes, preferentemente para sus grandes clientes que son los que tienen más incentivos para adquirir productos financieros de alto riesgo. Igual que en los años treinta el problema no es de escasez de dinero sino de exceso del mismo en manos equivocadas, es un “problema de abundancia” (J. M. Keynes). Ese exceso de liquidez persistirá hasta que se produzca una reforma fiscal progresiva, un control de los flujos de capital especulativo y una reconstrucción de la sociedad del trabajo que tenga en cuenta a los jóvenes y su futuro. Sólo esto podrá financiar sistemas públicos de pensiones, una vida digna para las mayorías, abrirá proyectos de vida para los jóvenes. Los ideólogos del neoliberalismo (Huntington, Friedman, Bell) decían hace 40 años que democracia y desregulación financiera son incompatibles. Tenían razón. El discurso de los bancos centrales y los viajes de Zapatero a las plazas financieras mendigando otra oportunidad lo demuestran de forma impactante. El capital sobreacumulado sigue fuera de control y pasa a la ofensiva. Hace lo que siempre ha hecho: buscar la máxima rentabilidad para sus ricos clientes sin pensar en el interés general.

¿Hasta cuándo? Antes o después habrá que domesticar al sector financiero. La deuda de los bancos que ahora avalan los gobiernos es impagable, pero los gobiernos están manos de los bancos que quieren cobrar su deuda pase lo que pase, exprimiendo hasta la última gota del sudor de los inocentes. Los gobiernos seguirán bombeando recursos públicos hacia el sector privado en espera de que éste cree empleo con exportaciones. Se intentarán hundir aún más los salarios para que sean competitivos hacia fuera, se forzará aún más el sector exterior para sanearse a costa del vecino, en Europa se abrirá una brecha creciente entre el norte y el sur. En el mundo habrá disimuladas escaramuzas proteccionistas para intentar que no se noten y así evitar represalias. Los bancos centrales de países con superávit comercial comprarán monedas de los países con déficit para mejorar su propia competitividad. Puras escaramuzas, un juego de suma cero incapaz de sacar la economía occidental de lo que se antoja como un largo período de crecimiento estacionario. Si no se contempla la reforma fiscal, la liquidez seguirá tiranizando a unas poblaciones a las que ya no se podrá compensar con una demanda ficticia basada en el endeudamiento. Esto cuarteará las alianzas entre neoliberalismo y sociedad, algo que aquél intentará evitar por todos los medios. El terremoto en Japón y la subida del precio del petróleo pueden complicarlo todo un poco más acelerando el declive del dólar y añadiendo aún un poco más de especulación sobre la deuda soberana.

¿Cómo van a responder las poblaciones en medio de este desconcierto? Las dos últimas veces que se dio un crecimiento estacionario similar en el último cuarto del siglo XIX y en el período de entreguerras, el nacionalismo abrió el campo ideológico a la reacción. En los años 1930 toda Europa, con la excepción de Escandinavia y las dos breves primaveras de España y Francia, se decantó hacia la derecha mientras América prácticamente entera lo hizo hacia la izquierda. Pequeños autónomos y grandes propietarios consiguieron desmontar el sufragio con ayuda del ejército, el gran capital industrial y la renta. Ecos parecidos nos llegan de algunos lugares destrozados por las curas neoliberales, músicas similares cuajan en los intersticios de los partidos del centro-derecha occidental.

¿Cómo van a responder las poblaciones? En un primer momento la distancia entre clases medias y clases populares, la clave del futuro político del mundo occidental, aumentará con la privatización de servicios públicos: ya estamos en ese escenario. Grecia empezó, siguen Irlanda, Portugal y España. La esperanza de vida entre ricos y pobres aumentará, las ciudades se degradarán junto con las universidades públicas, los espacios comunes que hoy comparten clases medias y populares –barrios, plazas, colegios, hospitales- irán borrándose siguiendo el ejemplo de América Latina en los años ochenta. Este proceso podrá ralentizarse en las zonas más lindas del capitalismo, pero en el resto una parte de la clase media caerá en una espiral de empobrecimiento con todos sus miembros dentro, sobre todo los empleados públicos y sus hijos, que están mejor preparados que nunca. Sentados en bancos roídos de parques abandonados se verá a la clase media echando de comer a las palomas. Ahí se encontrará con unas clases populares aún más empobrecidas que ella.

¿Para hacer qué? Tal vez para formar un bloque social con capacidad de forzar una versión no autoritaria de una nueva economía-de-toda-la-casa, de-todo-el-planeta. ¿Cómo? Poniendo en marcha un proceso de convergencia de ciudadanos desiguales unidos por un programa mínimo antineoliberal, empoderando a la ciudadanía, incorporando a sectores amplios de la población a la acción política directa, impugnando el sistema político y económico que lo engendró. La primera fase de este proceso fue la creación de la red de Mesas de Convergencia Ciudadana en febrero de este año. La segunda, el movimiento del 15 de mayo que está sacudiendo toda la conciencia del país. Una tercera y una cuarta ola seguirán sin duda a las primeras hasta que caiga el gigante.

Armando Fernández Steinko. Profesor de la Universidad Complutense de Madrid

Fuente: Rebelión


jueves, 19 de mayo de 2011

El 63% de los trabajadores españoles son "mileuristas", según Gestha

Los ingresos brutos de 18,3 millones de españoles no superan los 1.100 euros al mes, lo que supone el 63% de los trabajadores, según indica un estudio realizado por los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha).

Según el informe, elaborado a partir de los datos de pagadores del trabajo y pensiones, así como de la última estadística del IRPF, en España existen 16,7 millones de asalariados que perciben un sueldo bruto anual inferior a 13.400 euros, mientras que la retribución media nacional se sitúa en 18.087 euros brutos al año.

Más 'mileuristas' entre los pequeños empresarios

Asimismo, el estudio revela que actualmente se registran en España cerca de 1,6 millones de empresarios y profesionales que obtienen unos ingresos mensuales inferiores a 1.100 euros brutos, lo que representa cerca de las tres cuartas partes del total de los trabajadores por cuenta propia.

En este sentido, Gestha destaca que el "colectivo mileurista" es más numeroso entre los microempresarios que realizan el pago de IRPF a través del régimen de estimación objetiva (78%) que entre los empresarios y profesionales acogidos al modelo de estimación directa (72%).

Por comunidades autónomas, el mayor porcentaje de asalariados 'mileuristas' se concentra en Extremadura, con casi las tres cuartas partes de sus trabajadores (74,7%), seguida de Canarias (69,1%), Galicia (69%), Andalucía (69,9%), la Región de Murcia (68,7%) y Castilla- La Mancha (67,4%). Por el contrario, Madrid, con el 50,7% del total de asalariados, es la región que menos trabajadores 'mileuristas' por cuenta ajena registra, por delante de Asturias (54,8%), Cataluña (55,2%), Aragón (56%), Cantabria (58,4%) y La Rioja (59,3%).

Los mayores sueldos, en Madrid

En términos absolutos, las cuatro comunidades con mayor población de España concentran más del 60% del total de asalariados 'mileuristas'. Así, Andalucía se sitúa a la cabeza con más de 3,4 millones, seguida de Cataluña (2,7 millones), Madrid (2,05 millones) y Comunidad Valenciana (1,9 millones).

Atendiendo a la retribución anual, los asalariados madrileños son los trabajadores que mayor sueldo medio perciben, con 22.870 euros brutos al año, seguidos de catalanes (20.097 euros), aragoneses (18.985 euros), asturianos (18.715 euros) y cántabros (18.530 euros).

Por el contrario, los salarios anuales más bajos corresponden a Extremadura (14.120 euros brutos de media), Andalucía (15.010 euros), Murcia (15.447 euros) y Canarias (15.545 euros).

elEconomista.es
Europa Press
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martes, 17 de mayo de 2011

A LOS QUE TIENEN EL GOBIERNO, A LOS QUE TIENEN EL PODER A LOS QUE MANDAN REALMENTE

Esta crisis económica, política, social y ambiental que sufrimos, aún siendo del capitalismo y por la estricta aplicación de la ideología política neoliberal, la estamos padeciendo las ciudadanas y los ciudadanos de a pie. Las clases populares estamos pagándola y encima las clases poseedoras están haciendo negocio a nuestra costa ¿ Que como? :

El casino económico ha arruinado bancos y cajas de ahorros, ha pinchado la burbuja inmobiliaria y millones de paradas y parados lo están sufriendo. La crisis se esta pagando a base de.-

. Congelar las pensiones y aumentar la edad de jubilación, hasta los 67 años.

. Congelar el sueldo a los funcionarios y funcionarias un 5% olvidando que muchas de ellas, son ni siquiera mileuristas.

. Subir el IVA de forma indiscriminada.

. Consentir el trabajo en precario, cada vez más y facilitar el despido.

. Retirar pequeños subidos de supervivencia a paradas y parados.

. Recortar los derechos sociales y congelar o disminuir en todas las autonomías y en algunas, sobre todo las más conservadoras, pero en todas, las partidas destinadas a Estado del Bienestar.

. Recortando la inversión pública de forma que se incrementa el paro y circula menos dinero, hundiendo a pymes y autónomos.

. Recortando los impuestos a los ricos, familias poderosas y a las grandes empresas. Ayudando económicamente a la banca privada y no cobrándole más impuestos.

. Consintiendo y tolerando los paraísos fiscales y no persiguiendo a las fortunas y bancos españoles que operan en ellos.

. No cobrando impuestos a los capitales especulativos. No imponiendo las ITF, de forma que los capitales fuertes y transnacionales paguen impuestos.

.Privatizando servicios y sectores públicos de forma que el empleo se precariza y se hace caja momentánea vendiendo bienes que son del pueblo para que se beneficien grandes empresas y transnacionales sin escrúpulos que precarizan luego el empleo y mal tratan a los usuarios y consumidores etc etc etc.

Se esta escuchando solo a los banqueros y grandes empresarios muchos de ellos además con producciones deslocalizadas. A las fundaciones de “expertos” pagadas por bancos, que propugnan politicas económicas a pesar de ser una pandilla de fracasados, pues sus ideas neoliberales nos han hundido y nos están hundiendo más.

Hay propuestas de justicia y reparto, científicamente contrastadas de los expertos y científicas antineoliberales, que también los hay y mejores, pues no les mueve el deseo de servir a bancos, sino al pueblo y no se les escucha, en lugar de eso los chulos neoliberales les llaman demagogos.

Todo esto se debe a que mandan los banqueros y los poderosos, por eso la gente con más capacidad crítica está indignada y se comienza a movilizar.

La soberanía popular está bajo mínimos y la Constitución de 1978 excepto en el asunto monárquico y temas formales y formalistas es papel mojado, pues en ella se afirma que España es un estado social y de derecho y últimamente solo se habla de estado de derecho, para reprimir y restringir derechos, pero no lo de SOCIAL.

Las derechas conservadoras imponen su agenda. Los grandes empresarios son recibidos por el monarca, constituyéndose en gobierno de facto y se gobierna pensando solo en tranquilizar a los mercados y mientras el crédito no fluye. En lugar de crear bancos públicos, se subvencionan los bancos y se privatizan las cajas de ahorros.

Esto es insostenible. Por todo ello, creo que debemos oponernos al Pacto de Gobernanza Europeo, el llamado Pacto del Euro, que será la puntilla contra las clases populares y un libro blanco para la definitiva imposición del NEOLIBERALISMO como doctrina política y economica en la Unión Europea, convirtiéndola en el paraíso de la injusticia social mundial.

Instamos pues a que no se apruebe el Pacto del Euro y nos movilicemos frente a él.

Carlos Martínez.
Attac

viernes, 13 de mayo de 2011

Si esta es la recuperación, ¿cómo será la normalidad?

Este verano se cumplirán cuatro años desde que los indicadores financieros activaron las alarmas y encendieron los focos rojos. El colapso del mercado hipotecario en Estados Unidos, así como la crisis financiera que le seguiría, fueron correctamente diagnosticados por unos cuantos analistas. La mayoría de los funcionarios en las agencias regulatorias estaban dormidos en sus puestos cuando en 2007 las cifras ya no permitieron el dulce sueño de la negación. La crisis reventó con toda su ferocidad en la segunda mitad de aquel año.

A cuatro años de distancia, la prensa internacional de negocios y los gobiernos de las principales economías capitalistas afirman que estamos en plena recuperación. En Estados Unidos se proclamó la terminación de la recesión desde junio de 2009. Se ha dicho que la Unión Europea resistió un poco más frente a la crisis, pero que también ha sido más lenta para superarla. Se ha aprovechado la crisis para destruir lo que queda del estado de bienestar y hoy los organismos oficiales de la UE afirman sin cesar que la recuperación se consolida. Constantemente se nos recuerda que Alemania, el motor de la economía europea, mantiene un crecimiento robusto.

Claro que las cosas no son tan sencillas. La economía estadunidense, por ejemplo, acusa un crecimiento positivo, pero la tasa de desempleo abierto regresó a 9 por ciento el mes pasado. Lo peor es que la medida del desempleo disminuyó porque muchos desocupados han abandonado la búsqueda de empleo, con lo cual oficialmente dejaron de ser desempleados. Si corregimos el indicador para tomar en cuenta a este segmento del mercado laboral, así como los empleados a tiempo parcial que están buscando un empleo de tiempo completo, resulta que el desempleo aumenta hasta 20 por ciento, lo que es un escándalo de magnitudes históricas. Es decir, la economía de Estados Unidos experimenta hoy un nivel de desempleo comparable con el de una depresión económica. El verdadero número de desempleados oscila alrededor de 22 millones de personas. El número de individuos que recibe ayuda a través del sistema de estampillas de alimentos (food stamps) rebasó los 44 millones.

Las estadísticas sobre desempleo de la Unión Europea (UE) y de la eurozona tampoco pintan un paisaje agradable. En la UE la tasa de desempleo supera 9.4 por ciento, mientras que el nivel de jóvenes desocupados rebasa 20 por ciento. En la eurozona el desempleo abierto hoy es de 9.9 por ciento. En total, el número de desempleados en la UE es de 22.8 millones, de los cuales 15.6 están en los 17 países de la eurozona.

En Europa persisten las dudas sobre la vitalidad y hasta la supervivencia del euro. Los casos de Portugal y Grecia, así como el escándalo por la intervención de Geithner para torpedear un posible acuerdo entre el FMI e Irlanda, recuerdan que las aguas todavía están agitadas.

Muy poco se ha hecho para reformar el sistema financiero y al menos tratar de frenar sus peores abusos. En Estados Unidos las tímidas reformas de la ley Dodd-Frank y la llamada Regla Volcker que restringe las llamadas "operaciones por cuenta propia" (pero con recursos de sus clientes) están siendo evisceradas por las excepciones y ventanas para la elusión que se abren en la redacción de los reglamentos correspondientes. Peor aún, las operaciones de los bancos con sus promesas de pago y otros derivados hacen del multiplicador monetario de los bancos un verdadero monstruo, mucho más poderoso que el que existía hace 10 años.

Pero los medios de desinformación masiva siguen machacando el mensaje: después del susto, ya estamos en camino de recuperar la normalidad. Si esta es la recuperación, ¿cómo será la normalidad?

Sus principales características son las siguientes. Primero, una desigualdad extrema y creciente. Las últimas tres décadas han sido testigo de una concentración de riqueza e ingresos en los deciles superiores, mientras el resto vio sus ingresos reales estancarse o caer incontrolablemente. Todo esto engendra, por supuesto, pobreza, hambre y enfermedades.

Segundo, una degradación de las condiciones laborales por donde lo quieran mirar: trabajo mal pagado, precario, bajo condiciones insalubres. Tercero, una extraordinaria concentración de poder económico en manos de empresas gigantescas. Todo esto bajo el dominio creciente del capital financiero que sigue marcando las prioridades de la asignación de recursos en materia fiscal y financiera.

Cuarto, una degradación ambiental que se intensifica en todas las dimensiones. El cambio climático es quizás la más visible. La extinción masiva de especies es disfrazada bajo el término menos alarmante de "perdida de biodiversidad". Crisis de agua y de sobre pesca, erosión de suelos, etcétera.

El mundo de antes de la crisis no se ha acabado. Su normalidad sigue siendo el referente clave en la respuesta de política económica frente a la crisis. Pero ¿quién quiere esta normalidad del infierno?

Alejandro Nadal
La Jornada

Hipotecas bancarias: Docencia gráfica (Forges)


Asi de claro.
Gracias... Forges

lunes, 9 de mayo de 2011

Ajustes inútiles: ahora Portugal

El predominio del capital financiero, según ha expresado el periodista francés Jean Daniel, ha provocado que la "sociedad entera se transforme en una bolsa de valores que ya sólo puede optar entre un individualismo cínico y un latrocinio organizado". En los últimos 35 años este proceso se ha ido agravando y se ha hecho más sofisticado.

La reglas se imponen desde los mercados financieros: primero se fomenta la expansión económica de la mano del endeudamiento ya sea público o privado, junto con la especulación rampante. Hace poco esto se denominó "exuberancia irracional".

Eso lleva inevitablemente a distorsiones productivas entre los sectores, las regiones y los países y, también, a desequilibrios financieros insostenibles. Luego, cuando las deudas tienen que pagarse, las burbujas revientan y los acreedores intervienen, en conjunto con los organismos internacionales, para imponer severos ajustes que exprimen las condiciones sociales para generar el excedente y poder cobrar.

Es entonces cuando se manifiestan claramente las contradicciones que se han ido acumulando, de un lado, entre el Estado y las sociedades a las que representan y, por el otro lado, el capital financiero que opera a escala global. Sólo mediante el aparato del Estado se puede generar el excedente para pagar las deudas. Esta experiencia ha ocurrido en México en varias ocasiones.

Las pautas de la "financierización" del capital se han ido repitiendo sobre las mismas bases, aunque las modalidades sean diferentes en cada uno de los episodios que se van registrando (la deuda externa de los países emergentes en la década de 1980, las empresas de tecnología en 2001 y el sector inmobiliario en 2008).

Las secuelas de la crisis de 2008 siguen manifestándose en Estados Unidos y en Europa, donde se dieron los más recientes excesos especulativos. Una vez más se salvaguardan los esquemas ordenadores del capitalismo eminentemente financiero, y se carga el costo de la crisis sobre los presupuestos públicos para imponer los ajustes. A esto debe sumarse el efecto en las restricciones del crédito que afectan a la mayor parte de las empresas pequeñas y medianas.

No es difícil comprender cómo este mecanismo de ajuste provoca a lo largo del tiempo una creciente desigualdad social y económica. Ése es hoy uno de los rasgos sobresalientes. En Estados Unidos, por ejemplo, la concentración del ingreso en el uno por ciento de las familias más ricas es del orden de 20 por ciento, similar al que se registraba en el tiempo de la Gran Depresión de 1929-33. En México, según el Banco Mundial, el 10 por ciento de hogares más ricos concentran más de 40 por ciento del ingreso total, puede estimarse que el uno por ciento más rico acapara más de una tercera parte.

Las crisis recurrentes tienden a tumbar los avances que se pueden hacer para una distribución más equitativa. En los meses recientes en Europa se ha impuesto un ajuste draconiano en Grecia e Irlanda y ahora en Portugal.

Las pautas del ajuste son prácticamente las mismas que las aplicadas ya por varias décadas. No hay en esto variaciones notables, la receta de los doctores de la estabilización es única.

En Portugal se busca reducir el gasto corriente (en administración, salud, educación y prestaciones sociales) y elevar el ingreso público (más impuestos sobre la renta, IVA, especiales, sobre inmuebles y privatizaciones).

Se prevé que la economía estará en recesión dos años y que el desempleo llegue a 13 por ciento. El FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo consideran que las medidas impuestas son "duras pero justas". A saber cuál es la noción de justicia detrás de esta consideración.

Tal vez la idea sea que en un régimen democrático los ciudadanos tienen que avalar sin chistar las acciones de quienes gobiernan y que también deben respaldar los excesos especulativos de los bancos y los criterios correctivos de los burócratas internacionales. No parece en verdad una situación equitativa.

La experiencia dice, desde una visión superficial, que las economías se recuperan de los ajustes, así se desprende de los saldos después del ajuste de las cuentas públicas y de los registros acerca del producto, es decir, de los datos más agregados. Pero ellos no muestran, por ejemplo, las condiciones en las que queda la gente que pierde su empleo, las familias que ven reducido sus patrimonios, las empresas pequeñas y medianas que en el mejor de los casos se estancan o de plano cierran, o la degradación de los patrones de consumo.

La mayoría de los portugueses, griegos e irlandeses no necesariamente van a estar mejor después del ajuste. No hay, además, manera de prever que una vez ajustados podrá sostenerse en un entorno de beneficios sostenibles. Por el contrario, al parecer habrá que irse preparando para el siguiente episodio de crisis, los que no sólo son recurrentes sino que tienden a surgir cada vez a intervalos más cortos.

León Bendesky.
La Jornada

http://www.jornada.unam.mx/2011/05/09/index.php?section=opinion&article=025a1eco

domingo, 8 de mayo de 2011

La economía de la infelicidad

La economía no es algo ajeno a nosotros. Los seres humanos formamos parte de ella del mismo modo que los peces forman parte del océano. Tanto es así, que podría describirse como el tablero de juego sobre el que hemos edificado nuestra existencia, y en el que a través del dinero se relacionan e interactúan tres jugadores principales: el sistema monetario, las organizaciones y los seres humanos. Cabe decir que esta partida está regulada por leyes diseñadas por los Estados. Sin embargo, por encima de su influencia, el poder real reside en los ciudadanos: con nuestra manera de ganar dinero (trabajo) y de gastarlo (consumo) moldeamos día a día la forma que toma el sistema.

Más allá de cubrir nuestras necesidades, a lo largo de las últimas décadas nos hemos convencido de que debemos tener deseos y aspiraciones materiales de cuya satisfacción dependa nuestra felicidad. Y no es para menos. En 2010, la inversión publicitaria en España superó los 12.880 millones de euros, según la agencia Infoadex. Así, las empresas se gastaron 280 millones por ciudadano con el objetivo de persuadirnos para comprar sus productos y servicios. Cabe decir que esta inversión multimillonaria promueve unas determinadas creencias, valores y prioridades en nuestro paradigma. Es decir, en nuestra manera de comprender y de vivir la vida. Prueba de ello es el triunfo del hiperconsumismo.

Además, mientras seguimos asfaltando y urbanizando la naturaleza, conviene recordar que la economía creada por la especie humana es un subsistema que está dentro de un sistema mayor: el planeta Tierra, cuya superficie física y recursos naturales son limitados y finitos. De hecho, creer que el crecimiento económico va a resolver nuestros problemas existenciales es como pensar que podemos atravesar un muro de hormigón al volante de un coche pisando a fondo el acelerador.

Sin embargo, hoy en día es común escuchar a políticos, economistas y empresarios afirmar que "el sistema capitalista es el menos malo" de todos los que han existido a lo largo de la historia. Y que "afortunadamente" ya empiezan a verse señales de "recuperación económica". Es decir, que la idea general es seguir creciendo y expandiendo la economía tal y como lo hemos venido haciendo. Es decir, sin tener en cuenta los costes humanos y medioambientales. De lo que se trata es de "superar cuanto antes" el bache provocado por la crisis financiera.

Ante este tipo de declaraciones podemos concluir que como sociedad no estamos aprendiendo nada de lo que esta crisis ha venido a enseñarnos. De ahí que sigamos mirando hacia otro lado, obviando la auténtica raíz del problema. No nos referimos a la guerra, a la pobreza o al hambre que padecen millones de seres humanos en todo el mundo. Ni a la voracidad con la que estamos consumiendo los recursos naturales del planeta. Tampoco estamos hablando del abuso y de la dependencia de los combustibles fósiles -petróleo, carbón y gas natural-, que tanto contaminan la naturaleza. Ni siquiera del calentamiento global. Estos solo son algunos síntomas que ponen de manifiesto el verdadero conflicto de fondo: nuestra propia infelicidad.

Cegados por nuestro afán materialista llevamos una existencia de segunda mano. Parece como si nos hubiéramos olvidado de que estamos vivos y de que la vida es un regalo. Prueba de ello es que el vacío existencial se ha convertido en la enfermedad contemporánea más común. Tanto es así, que lo normal es reconocer que nuestra vida carece de propósito y sentido. Y también que muchos confundan la verdadera felicidad con sucedáneos como el placer, la satisfacción y la euforia que proporcionan el consumo de bienes materiales y el entretenimiento.

La paradoja es que el crecimiento económico que mantiene con vida al sistema se sustenta sobre la insatisfacción crónica de la sociedad. Y la ironía es que cuanto más crece el consumo de antidepresivos como el Prozac o el Tranquimazín, más aumenta la cifra del producto interior bruto. De ahí que no sea descabellado afirmar que el malestar humano promueve bienestar económico.

Frente a este panorama, la pregunta aparece por sí sola: ¿hasta cuándo vamos a posponer lo inevitable? Es hora de mirarnos en el espejo y cuestionar las creencias con las que hemos creado nuestro falso concepto de identidad y sobre las que estamos creando un estilo de vida puramente materialista. Si bien el dinero nos permite llevar una existencia más cómoda y segura, la verdadera felicidad no depende de lo que tenemos y conseguimos, sino de lo que somos. Para empezar a construir una economía que sea cómplice de nuestra felicidad, cada uno de nosotros ha de asumir la responsabilidad de crear valor a través de nuestros valores. Y este aprendizaje pasa por encontrar lo que solemos buscar desesperadamente fuera en el último lugar al que nos han dicho que debemos mirar: dentro de nosotros mismos.

Borja Vilaseca es director del máster en Desarrollo Personal y Liderazgo de la Universidad de Barcelona.

Fuente: El País


jueves, 5 de mayo de 2011

Las agencias de rating han dejado de estar bajo sospecha…

… porque las sospechas se han confirmado y la responsabilidad de las agencias de rating en la crisis financiera del año ocho ha quedado claramente demostrada. Esto queda meridianamente claro en el informe de la Comisión de Investigación sobre la Crisis Financiera (FCIC en sus siglas en inglés) hecho público el 27 de enero de 2011.

La FCIC es una comisión de diez miembros que el gobierno de los Estados Unidos creó en mayo de 2009 para investigar las causas de la crisis. En sus conclusiones el informe señala contundentemente que “las tres agencias de calificación crediticia fueron las herramientas clave de la crisis financiera” (p. XXV).

En el capítulo 8 se realiza un estudio de caso relativo a Moody’s (pp. 146-150). En esas páginas se ponen de manifiesto errores metodológicos de bulto en las calificaciones, así como manifestaciones diversas de falta de diligencia (como no examinar las hipotecas basura que subyacían a los productos estructurados que se estaban calificando).

Pero lo más significativo son las evidencias de conducta fraudulenta y de connivencia con los emisores de los bonos contaminados.

Así, las agencias proporcionaron datos falsos sobre la estabilidad de los productos estructurados a lo largo de la historia, para que fueran incluidos en los prospectos de propaganda de los bonos (p. 148). Estos datos se siguieron utilizando durante los años 2006 y 2007, cuando ya habían empezado a dejar de pagarse las hipotecas subprime.

El informe también da por probado que las agencias trabajaban en connivencia con las entidades que emitían los bonos y con sus managers, es decir, que les ayudaban a estructurar el producto. Los empleados de Moody’s recibieron diversos tipos de presiones por parte de las entidades emisoras.

La influencia de los bancos sobre los empleados de las agencias se veía favorecida por la existencia de una “puerta giratoria” entre ambos tipos de negocios. De hecho, el 25% de los empleados que abandonaron Moody’s fueron contratados por bancos que eran “clientes” de la agencia (p. 150). Podía así darse el caso de que un analista estuviera calificando los bonos de un banco en el mismo momento en que estaba negociando las condiciones para ser contratado por esa entidad. Se daba también frecuentemente la situación de que la persona del banco con la que el analista de Moody’s trabajaba fuera un antiguo compañero de éste. Todo esto pone de manifiesto que las agencias, más que actuar como organismos reguladores, lo que hacían era ejercer de asesores de los organismos que debían regular aconsejándoles cómo “empaquetar” sus productos fraudulentos para poderles conceder la máxima calificación.

En la base de todo esto se encuentra el hecho de que “calificar los bonos era un negocio muy provechoso para las agencias de rating” (p. 150). Los beneficios que obtuvo Moody’s a raíz de la calificación de los productos estructurados crecieron de 199 millones en el año 2000 a 887 millones en 2008, el 44% de los beneficios totales de la empresa (p. 149). En la competencia por obtener estos suculentos contratos, las agencias ofrecieron dar calificaciones favorables para intentar desbancar a sus rivales, como el propio informe señala (p. 150). La capacidad de presión de los emisores de bonos se veía favorecida, además, por la concentración de los mismos. Sólo Citigroup y Merrill Lynch encargaron la calificación de bonos por valor de 140.000 millones de dólares entre 2005 y 2007 (en esos años se calificaron 663.000 millones de dólares en este tipo de productos; p. 149).

A todo esto se añade el dato que señaló un juez en un proceso contra las agencias: éstas cobraban tres veces más de lo habitual por calificar esos bonos, pero recibían sus honorarios sólo en la medida en que la calificación fuese la deseada. Si ése no es un conflicto de intereses, dado que la agencia obtiene más beneficios en función de que la calificación que conceda sea más alta, entonces es difícil saber qué habrá de entenderse como tal.

Aparte del informe de la FCIC, algunos periodistas han arrojado nueva luz sobre los manejos de las agencias. Es el caso de Jesse Eisinger, periodista de Propublica y ganador del último premio Pulitzer por una investigación sobre los tejemanejes de Wall Street. En un artículo del 13 de abril (que se puede encontrar en la página web de Propublica), Eisinger recoge el testimonio de un antiguo analista de Moody’s, Bill Harrington, que dejó la agencia a mediados del año pasado.

Harrington explica que los analistas están sometidos a una intensa presión por parte de los bancos. Y los directivos de la agencia no se ponen de su parte, sino que los regañan si no atienden a los banqueros. Cuenta el caso reciente de un representante de un banco que le llamó varias veces dejándole el recado de que le devolviese la llamada. Como no lo hizo, fue llamado a capítulo por el jefe de personal, quien le subrayó (no por primera vez) que la filosofía de la agencia es que los clientes son lo primero. Esto pone de manifiesto la capacidad de acceso que tienen los bancos a los autores de los análisis y cómo su poder de presión sobre los mismos se ve favorecido por la conducta de los directivos de las agencias.

***

Uno de los problemas más graves que plantea la actuación de las agencias es su impunidad. Tradicionalmente, estas entidades se han escudado tras la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, que protege la libertad de expresión. Según este planteamiento, los ratings o calificaciones que emiten son “opiniones”, como las vertidas, por ejemplo, en la columna de opinión de un periódico. Por tanto, las agencias deben contar con una inmunidad parecida a la de los periodistas.

La Ley DODD-FRANK de reforma del sistema financiero aprobada en julio de 2010 contenía una cláusula que otorgaba a los inversores el derecho de procesar a las agencias si éstas no actuaban con la debida diligencia. Moody’s, S&P y Fitch lucharon encarnizadamente contra esta cláusula y lograron que se suspendiera su aplicación hasta enero de 2011. Según las últimas noticias de que se disponen (de abril), ni esta cláusula, ni el órgano encargado de supervisar la actuación de las agencias, han sido puestos en marcha debido a problemas presupuestarios.

Pero esto no significa que no se estén produciendo algunas brechas en la coraza de la que están recubiertas las agencias de rating. En septiembre de 2010, la Securities and Exchange Commission (SEC, el órgano regulador financiero estadounidense) finalizó una investigación sobre actividades fraudulentas por parte de Moody’s. No se decidió a procesar a la agencia porque dichas actividades habían ocurrido en Europa. Pero sí hizo público un informe con el resultado de sus pesquisas.

De acuerdo con la SEC, en el año 2006 un analista de Moody’s descubrió un fallo en el modelo computerizado que se había utilizado para evaluar el riesgo de un nuevo tipo de bono. A estos bonos se les había concedido la calificación más alta y se habían vendido en Europa. Sin embargo, el descubrimiento del fallo ponía de manifiesto que el riesgo que entrañaban era mucho mayor que el declarado.

Los ejecutivos de Moody’s discutieron si debía hacerse público el hecho y al final decidieron que no, porque eso podría dañar la reputación de Moody’s. Mantuvieron la calificación más alta a sabiendas de que estaban engañando a los inversores. Con eso contradecían su propio código de conducta, en virtud del cual, a la hora de realizar un rating, Moody’s no tendría en cuenta los efectos de la calificación sobre la propia agencia. Además, cometieron un fraude.

Diversas entidades privadas, como el Banco de Abu Dhabi y los más importantes fondos de pensiones estadounidenses, han entablado pleitos contra las agencias de calificación de riesgos. En uno de estos procesos, un juez abrió una clara brecha en la defensa de la libertad de expresión, señalando que los ratings no eran asunto de interés público y que se comunicaban a un reducido número de inversores, por lo que no podían quedar cubiertos por la Primera Enmienda. Un experto señaló que dicho argumento había encontrado un importante agujero en la defensa basada en la libertad de expresión.

Asimismo, en una serie de casos contra las agencias de rating —que pueden resultar de especial interés para Europa—, el fiscal general de Connecticut, Richard Blumental, sostiene que “las tres agencias de rating (Moody’s, S&P y Fitch) dan calificaciones más bajas de manera sistemática e intencionada a los bonos emitidos por los ayuntamientos, los estados y otras entidades públicas”. Y esto ha obligado a las entidades de Connecticut (y a sus contribuyentes) a “gastar innecesariamente millones de dólares en seguros y en tipos de interés más altos”.

***

El último episodio del enfrentamiento entre el gobierno estadounidense y las agencias de rating tuvo lugar el 18 de abril. Ese día Standard and Poors (S&P) emitió un comunicado en virtud del cual revisaba la calificación correspondiente a la previsión de la evolución a medio plazo de los Estados Unidos y la rebajaba de “estable” a “negativa”. Eso significa, según señala la propia agencia, que existe una probabilidad sobre tres de que rebaje la calificación de los bonos de la deuda norteamericanos en un plazo de dos años. En caso de ocurrir, sería la primera vez en la historia que esos títulos perderían su “dorado” rating triple A, que les reconoce una solvencia y una liquidez máximas.

La acción de S&P es, desde luego, una demostración de fuerza. Después de que el gobierno haya intentado, sin conseguirlo, poner en marcha un organismo supervisor de las agencias y someterlas a responsabilidad por sus calificaciones, S&P va y lo amenaza con rebajar el rating de su deuda. Como ha dicho algún comentarista, el poder financiero habla por boca de las agencias. Y ésta es la única explicación posible de que no se hayan visto arrastradas por la crisis (como ocurrió con Arthur Andersen tras el caso Enron): a pesar de todo, los bancos las prefieren a ellas y son contrarios a cualquier otro mecanismo alternativo de calificación de riesgos.

S&P justifica la revisión de la calificación de los Estados Unidos por el déficit fiscal y la enorme deuda que acumula el país. Ésta alcanzará el techo máximo permitido de 14,29 billones (miles de millones) de dólares hacia mediados del mes de mayo. Y la preocupación principal de la agencia es “el creciente riesgo de que las negociaciones políticas sobre cómo afrontar los desafíos fiscales a medio y largo plazo persistan hasta después de las elecciones nacionales de 2012”.

Se trata claramente de una intervención ilegítima en la política norteamericana. Constituye un chantaje al Congreso estadounidense, al presionar a los partidos para que lleguen a un acuerdo. Aunque S&P se proclama neutral respecto a las diferentes propuestas de ajuste que defienden Obama y los republicanos, está claro que su intervención ha constituido un espaldarazo a estos últimos. Y el líder de los republicanos así lo ha interpretado, blandiendo la calificación de S&P contra los demócratas.

Ambos partidos tienen la intención de llevar a cabo un severo plan de ajuste. Pero el de los republicanos pretende incidir sobre todo en los gastos sociales, no tocar los militares y rebajar los impuestos de los más ricos (algo parecido a lo que hace Convergència en Cataluña, con la salvedad de que no dispone de un ejército). Por otro lado, obligar a Obama a aprobar y empezar a implementar un plan de ajuste en plena campaña electoral disminuirá notablemente sus posibilidades de ser reelegido.

Rebajar el rating de los bonos norteamericanos no solucionaría el problema del déficit y de la deuda, sino que lo agravaría. A Estados Unidos le resultaría mucho más caro y difícil conseguir préstamos en el mercado de capitales. Exactamente lo mismo que ha ocurrido en países europeos como Grecia, Irlanda, Portugal o la misma España. Al rebajar la calificación de la deuda, los títulos que se emiten para afrontarla deben pagar más intereses, con lo que el volumen de la propia deuda aumenta.

Después de todos estos antecedentes, está claro que las agencias de rating no tienen la suficiente credibilidad para seguir realizando la tarea que vienen haciendo. En especial, resulta extremadamente peligroso que sean quienes lleven a cabo la delicada misión de calificar la deuda de los estados. Eso es algo que afecta a las condiciones de vida y al futuro de millones de personas, y no puede dejarse en manos de unos sujetos tan venales. Por eso hay que saludar con entusiasmo la presentación de la querella contra Moody’s, Standard & Poors y Fitch ante la Audiencia Nacional, y esperar que este tipo de iniciativas y otras acciones sociales y políticas se extiendan por Europa. De ese modo se podrá luchar contra uno de los poderes privados más fuertes e irresponsables que existen en el mundo actual.

José A. Estévez Araujo
Rebelión