domingo, 30 de diciembre de 2012

El BCE y la Reserva Federal al servicio de los grandes bancos privados

Serie « Bancos contra pueblos: los entresijos de una partida amañada». La primera parte de las serie lleva el título «2007-2012 : 6 años en que los bancos se tambalearon » y ha sido publicada el 17 de Diciembre de 2012.

La actuación del Banco Central Europeo y de la Reserva Federal |1|
A partir de junio 2011, los bancos europeos entran en una fase realmente crítica. Su situación era casi tan grave como aquella en que se encontraban después de la quiebra de Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008. Muchos de ellos corrían el riesgo de morir por asfixia debido a que los money market funds americanos no habían satisfecho sus necesidades enormes de financiación a corto plazo (varios cientos de miles de millones de dólares) por considerar que la situación de los bancos europeos era cada vez más arriesgada |2|. La posibilidad de no poder hacer frente a sus deudas amenazaba a los bancos. En este contexto, y tras una cumbre europea convocada de urgencia para el 21 de julio de 2011 con el objetivo de hacer frente a una posible cascada de quiebras bancarias, el BCE volvió a adquirir volúmenes enormes de deuda pública griega, portuguesa, irlandesa, italiana y española para inyectar liquidez a los bancos y libralos de una parte de los títulos que habían comprado con avidez en el período precedente. Esto no fue suficiente para evitar que la cotización en bolsa de los bancos continuase su caída en picado. Los directores de los bancos pasaron el mes de agosto de sobresalto en sobresalto. Hubo una acción clave para mantener los bancos europeos a flote: el BCE, en coordinación con la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y el Banco de Suiza, abrió una línea de crédito ilimitada a partir de septiembre de 2011 que equivalía a una transfusión en vena para aquellas entidades bancarias desprovistas de dólares. Si bien esto les permitió volver a respirar, no fue suficiente. El valor de sus acciones continuó su descenso a los infiernos. Entre el 1 de enero y el 21 de octubre de 2011, la cotización de Société générale cayó un 52,8 %, la de BNP Paribas un 33,3 %, la de Deutsche Bank un 28,8 %, la de Barclays en 30,5 %, y la de Crédit suisse en 36,7 %. En vista de ello, el BCE se vio obligado a sacar la artillería pesada: la LTRO (Long Term Refinancing Operation), en virtud de la cual, entre diciembre de 2011 y febrero de 2012, prestó más de 1 billón de euros (1.000.000.000.000€) a tres años con un interés del 1% a algo más de 800 bancos.

La Reserva Federal venía haciendo más o menos lo mismo con un tipo de interés oficial aún más bajo: 0,25%. En realidad, y así lo reveló en julio de 2011 un informe de la GAO (el equivalente en los Estados Unidos del Tribunal de Cuentas), la Reserva Federal había prestado 16 billones de euros (16.000.000.000.000€) a un tipo de interés inferior al 0,25% |3|. En este informe se viene a demostrar que, actuando de esta manera, la Reserva Federal no ha respetado sus propias normas prudenciales y que no advirtió de ello al Congreso. Según los trabajos de una comisión de investigación del Congreso de los Estados Unidos se ha dado una colusión evidente entre la Reserva Federal y los grandes bancos privados estadounidenses: « El consejero delegado de JP Morgan Chase formaba parte de la junta directiva de la Reserva Federal de Nueva York en el momento en que ’su’ banco recibió de ella una ayuda financiera de 390.000 millones de dólares Además, JP Morgan Chase actuó asimismo como intermediario para los créditos de emergencia que otorgó la Reserva Federal. » |4| Según Michel Rocard, ex primer ministro francés, y Pierre Larrouturou, economista, que se basan en una investigación realizada por la agencia financiera neoyorquina Bloomberg, la Reserva Federal habría prestado una parte de la suma mencionada con un tipo de interés infinitamente más bajo: 0,01%. Rocard y Larrouturou afirman en las columnas del periódico Le Monde : « Después de haber trillado 20.000 páginas de diferentes documentos, Bloomberg muestra que, en secreto, la Reserva Federal ha prestado a los bancos en dificultades una suma de 1,2 billones (1.200.000.000.000$) a un tipo de interés increíblemente bajo, un 0,01 %. » |5|. Plantean igualmente la siguiente pregunta: «¿Es normal que los bancos privados, que normalmente se financian con préstamos de los bancos centrales a un 1% puedan, en caso de crisis, disfrutar de un tipo del 0,01 %, mientras que, en caso de crisis, ciertos estados se vean obligados por el contrario a pagar tipos 600 u 800 veces superiores? ».

Por otro lado, los grandes bancos europeos tuvieron igualmente acceso a estos préstamos de la Reserva Federal hasta inicios de 2011 (Dexia recibió por esta vía 159.000 millones de dólares en calidad de préstamo, |6|lo mismo que los bancos Barclays, 868.000 millones, Royal Bank of Scotland, 541.000 millones, Deutsche Bank, 354.000 millones, UBS, 287.000 millones, Credit Suisse, 260.000 millones, BNP-Paribas, 175.000 millones, Dresdner Bank, 135.000 millones, Société Générale, 124.000 millones). El cierre para los bancos europeos de esta fuente de financiación a través de la Reserva Federal (por la presión ejercida por el Congreso de los EE.UU.) ha sido una de las razones por las cuales los money market funds estadounidenses comenzaran a su vez a cerrar el grifo de sus préstamos a las entidades europeas a partir de mayo-junio de 2011.

¿Cuáles han sido los efectos de que el BCE haya concedido a los bancos ese billón de euros a un tipo del 1%?
En 2012, los bancos han usado ese caudal de liquidez para comprar de forma masiva títulos de deuda pública de sus respectivos países. Tomemos por ejemplo a España. El BCE, a través del LTRO, ha prestado a los bancos españoles 300.000 millones de euros a 3 años con un tipo de interés del 1%. |7|. Con una parte de este dinero, los bancos han incrementado fuertemente sus adquisiciones de títulos de deuda emitidos por el estado español. La evolución ha sido espectacular. A finales de 2006, los bancos españoles eran titulares de deuda pública de su país por un valor de sólo 16.000 millones de euros, mientras que en 2010, tras haber incrementado la compra de deuda pública, esa cantidad pasó a 63.000 millones. En 2011 aumentaron aún más las compras, llegando a ser titulares de 94.000 millones de euros en deuda española. Gracias al LTRO, las adquisiciones se dispararon, literalmente. El volumen del que son titulares los bancos se duplicó en el lapso de unos meses hasta alcanzar, en julio de 2012, los 184.500 millones euros. |8|Es necesario mencionar que es una operación muy rentable para ellos. Habiendo recibido el dinero al 1%, pueden comprar con él títulos de deuda española a 10 años con un interés que ha variado entre el 5,5 y el 7,6% en el segundo semestre de 2012.

Veamos a continuación otro ejemplo: Italia. Entre finales de diciembre de 2011 y marzo de 2012, los bancos italianos reciben créditos del BCE por valor de 255.000 millones de euros en el marco del LTRO |9|. Mientras que a finales de 2010 tenían títulos de deuda pública de su país por valor de 208.300 millones de euros, a finales de 2011, pocos días después de que el LTRO comenzase a funcionar, el montante era de 224.100. A partir de ese momento, los bancos emplearon los créditos que recibían del BCE para comprar títulos de deuda italiana. En septiembre de 2012, llegaron a ser titulares de 341.400 millones de euros |10|. Lo mismo que en el caso español, la operación reporta una alta rentabilidad a los bancos: han recibido el dinero al 1% y con la compra de deuda italiana a 10 años obtienen un interés que ha variado entre el 5 y el 6,6% en el segundo semestre de 2012.

Este mismo fenómeno se ha producido en la mayor parte de los países de la zona euro. Se ha producido una reubicación de una parte de los activos de los bancos europeos en dirección a su país de origen. En concreto, se constata que durante 2012 se ha producido un aumento sustancial del porcentaje de la deuda pública de un país dado que está en manos de instituciones financieras de ese mismo país. Este hecho ha tranquilizado a los gobiernos de la zona del euro, en particular a los de España e Italia, pues vieron que tenían menos dificultades para vender a los bancos los títulos de deuda que emitían. El BCE parecía haber encontrado la solución. Con sus préstamos masivos a los bancos ha conseguido salvarlos de una situación crítica, al tiempo que evitó que algunos estados tuviesen que poner en marcha nuevos planes de salvamento del sector bancario. El dinero cedido en préstamo se empleaba, en parte, para adquirir títulos de deuda pública de los estados de la zona euro. Con ello se consiguió frenar el ascenso de los tipos de interés de algunos de los países más frágiles e incluso llevó a una bajada del de algunos otros.

No es difícil comprender que, desde el punto de vista de los intereses de los ciudadanos de los países en cuestión, habría sido necesario adoptar un enfoque completamente diferente. El BCE debería haber concedido los préstamos directamente a los estados y a un interés por debajo del 1% (como lo ha hecho con los bancos privados desde mayo de 2012), o incluso a interés cero. Igualmente, habría sido necesario socializar los bancos, poniéndolos bajo el control de los ciudadanos.

En vez de ello, el BCE ha puesto toda su atención en los bancos privados y les ha abierto una línea de crédito ilimitada a un tipo de interés bajísimo (de entre el 0,75 y el 1%). Bancos que, a su vez, han hecho un uso dispar de este maná estatal. Como acabamos de ver, por una parte, han comprado deuda soberana de países que, como España e Italia, se encontraba sometidos a una gran presión y se han visto obligados a concederles una remuneración elevada (de entre el 5 y el 7,6% en la deuda a 10 años). Por otro lado, del crédito que les concedió el BCE, han depositado una parte... ¡en el BCE! Los bancos tenían en el BCE entre 300.000 y 400.000 millones de euros en depósitos a un día con una remuneración del 0,25% a principios de 2012 y del 0% desde mayo de 2012. ¿Por qué hacen esto? Porque deben mostrar al resto de banqueros y al resto de actores privados que conceden créditos (money market funds, fondos de pensión, compañías de seguros) que disponen permanentemente de dinero líquido con el que poder hacer frente a la explosión de las bombas de relojería que se encuentran escondidas en sus libros contables. Si no tuviesen ese dinero líquido, los posibles prestamistas les darían la espalda o les obligarían a aceptar tipos de interés muy elevados. Otra medida que aplican los bancos para tranquilizar a los prestamistas privados es la compra de deuda soberana de estados que no presentan riesgos a corto o medio plazo: Alemania, Países Bajos, Francia... Y lo hacen con tal avidez que estos países pueden permitirse venderles su deuda a 2 años con un tipo de interés del 0% o incluso con un rendimiento ligeramente negativo (sin descontar el efecto de la inflación). Los intereses pagados por Alemania y el resto de países considerados como financieramente sólidos se han reducido considerablemente gracias a la política seguida por el BCE y al agravamiento de la crisis que afecta a los países llamados periféricos. Hemos asistido a una huida de capitales de la periferia europea en dirección al centro. Los títulos alemanes son tan fiables que, en caso de necesidad de dinero líquido, se pueden vender sin pérdidas de un día para otro. Los bancos no los compran con la perspectiva de conseguir ganancias, sino para tener cierta cantidad de dinero permanentemente disponible (sea en el BCE o en forma de títulos absolutamente líquidos) que les permita dar impresión de solvencia (a menudo falsa) y poder hacer frente a imprevistos que se puedan presentar. El beneficio lo sacan prestando dinero a España e a Italia, con lo que contrarrestan las perdidas que pudiesen sufrir con sus títulos de deuda alemana. Es de gran importancia señalar que los bancos no han incrementado el número de préstamos a las familias ni a las empresas, a pesar de que uno de los objetivos oficiales de los préstamos concedidos por el BCE era que aumentasen aquellos con el objetivo de estimular la economía.

Desde el punto de vista de las élites, ¿cuál es el balance del BCE?
Pongámonos por un instante en el lugar del 1% más rico para evaluar la acción del BCE. El discurso oficial insiste machaconamente en que el BCE ha realizado con éxito la transición entre el período de su antiguo presidente, el francés Jean-Claude Trichet, y el del actual, Mario Draghi |11|, antiguo presidente del Banco de Italia y expresidente de Goldman Sachs Europa. El BCE y los líderes de los principales países europeos han conseguido negociar una operación de reducción de la deuda griega convenciendo a los bancos privados para que acepten un descuento del 50% de la deuda que este país tenía con ellos, y consiguiendo del gobierno griego que se comprometa a un nuevo plan de austeridad radical que incluye privatizaciones masivas y una renuncia a una parte muy importante de la soberanía del país. Desde marzo de 2012 hay en Atenas enviados de la Troika permanentemente instalados en los ministerios cuya tarea es controlar de cerca las cuentas estatales. A partir de este momento, los préstamos a Grecia pasan por una cuenta controlada directamente por las autoridades europeas, que pueden bloquearla. La guinda del pastel es que los títulos de deuda griega ya no quedan dentro de la jurisdicción de los tribunales griegos. Las nuevas obligaciones que se emitan en el marco de este programa lo son de acuerdo con el derecho inglés y los litigios que surjan entre el Estado Griego y sus acreedores se dirimirán en Luxemburgo |12|.

Y eso no es todo. La presión del BCE y de los líderes europeos ha conseguido que el gobierno del Pasok, con Georges Papandreu a la cabeza, muy sumiso pero al mismo tiempo cada vez más impopular, dejase su lugar a un gobierno de unidad nacional formado por Nueva Democracia y Pasok y en el que desempeñan un papel clave ministros que provienen directamente del mundo financiero.

El panorama se completa con tres buenas noticias para el BCE y los líderes europeos: 1. Silvio Berlusconi se vio obligado a dimitir, dando paso a un gobierno formando por técnicos a cuya cabeza se encuentra Mario Monti, ex-comisario europeo muy cercano al mundo financiero y capaz de imponer a los italianos una vuelta de tuerca más en las políticas neoliberales |13|. 2. En España, el presidente de gobierno Mariano Rajoy, perteneciente al Partido Popular y en el cargo desde hace unos meses, está dispuesto a su vez a radicalizar la política neoliberal que ya había aplicado su predecesor, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. 3. Los líderes europeos |14| han conseguido acordar un pacto de estabilidad que se va a construir sobre la base de la austeridad presupuestaria, la cesión por parte de los Estados Miembros de otro poco más de soberanía y una dosis adicional de sumisión a la lógica del capital privado. Finalmente, va a entrar en funcionamiento el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), que mejorará las posibilidades de ayudar a los estados y a los bancos en la próximas crisis bancarias que no dejarán de producirse puesto que los Estados Miembros tienen dificultades para financiarse.

Todos estos ejemplos muestran que los líderes europeos, al servicio del gran capital, consiguen marginalizar cada vez un poco más al poder legislativo, dejando de lado lo que hayan elegido los votantes. Por otro lado, dónde queda la democracia, si los votantes que deseen rechazar categóricamente la austeridad no han de tener más posibilidad de hacerlo que con su voto, o si el significado político del mismo queda anulado en caso de no ir en el sentido deseado por los gobernantes, como sucedió en 2005 en Francia y en Países Bajos después del no al Tratado para una Constitución Europea, como sucedió en Irlanda y Portugal después de las elecciones de 2011, y como sucedió en Francia y Países Bajos, una vez más, después de las elecciones de 2012. Todo se ha dispuesto para que el margen de maniobra de los gobiernos nacionales y de los poderes públicos quede limitado por un marco contractual europeo cada vez más restrictivo. Se trata de una deriva muy peligrosa, a menos, naturalmente, que los gobiernos, apoyados por su población, decidan desobedecer.

Después de lo dicho, si nos ponemos en el lugar de Mario Draghi, de los principales dirigentes europeos y de los bancos, se puede decir que con lo sucedido en marzo-abril de 2012 tienen razones para estar felices. Todo parece salir bien.

Los límites del éxito del BCE y de los gobernantes europeos
Los nubarrones no tardan en llegar. Todo se complica a partir de mayo de 2012 cuando Bankia , el 4º banco español y dirigido por el que fue director general del FMI, Rodrigo Rato, entra virtualmente en quiebra. Según diferentes fuentes, las necesidades de recapitalización de los bancos españoles varían entre 40.000 y 100.000 millones de euros, y Mariano Rajoy, que no quiere recurrir a la ayuda de la Troika, se encuentra en una difícil situación. A ello se suman varios escándalos bancarios que surgen a nivel internacional, de los cuales el de más resonancia es el de la manipulación del Libor, el tipo interbancario de Londres, en el que se ven implicados una docena de grandes bancos. Por no hablar de la actuación reprobable del banco HSBC facilitando el blanqueo de dinero proveniente de la droga y de otras actividades delictivas.

En Francia, la mayoría de los votantes ya ha tenido suficiente con Nicolas Sarkozy y el 6 de mayo de 2012 François Hollande gana las elecciones. Esto, sin embargo, no supone una preocupación para el mundo financiero, ya que pueden contar con que los socialistas franceses aplicarán el mismo pragmatismo del que han hecho gala otros partidos socialistas europeos a la hora de continuar con la austeridad. Y eso a pesar del pueblo francés, muy propenso a sobrerreaciones diversas y susceptible a la creencia de que es necesario un cambio real.

En Grecia la situación es menos satisfactoria para el BCE porque Syriza, la coalición de izquierda radical que promete derogar las medida de austeridad, suspender el reembolso de la deuda y de enfrentarse a las autoridades europeas, puede llevarse la victoria electoral. Para los defensores de la austeridad europea es necesario impedirlo a toda costa. En la tarde del 17 de junio de 2012 reina el alivio en el BCE, en las sedes de los gobiernos europeos y en los consejos de administración de las grandes empresas: el partido de derecha Nueva Democracia queda por delante de Syriza. Incluso el nuevo presidente socialista francés se felicita por el resultado del escrutinio. Y al día siguiente, los mercados respiran. Se puede reanudar la ruta de la austeridad, de la estabilización de la zona del euro y del saneamiento de las cuentas de los bancos privados.

(continuará)
La 3ª parte de esta serie tratará sobre los dos objetivos principales que siguen los dirigentes europeos: culminar la mayor ofensiva contra los derechos sociales que se haya llevado a cabo después de la segunda guerra mundial y evitar un nuevo crack financiero / bancario que podría resultar peor que el de septiembre de 2008
Traducido por Fernando Lasarte Prieto. Revisión final por Eric Toussaint.
Parte 1

Notas

|1| El Banco de Inglaterra y otros bancos centrales siguen, grosso modo, la misma política.
|2| Desde agosto de 2011, he venido describiendo esta situación en un momento en que muy pocos comentaristas financieros se ocupaban del asunto. Véase la serie titulada « En el ojo del huracán: la crisis de la deuda en la Unión Europea » : « Los bancos europeos financiaron y financian todavía los préstamos que conceden a estados y empresas en Europa a través los créditos que piden a los money market funds de Estados Unidos. Pero estos organismos tienen miedo de lo que pasa en Europa (...). A partir de junio de 2011, esta fuente de financiación con bajos tipos de interés estaba prácticamente agotada, especialmente a costa de los grandes bancos franceses, lo que precipitó su caída en bolsa y aumentó la presión que ejercían sobre el BCE para que les recomprara los títulos, proveyéndoles dinero fresco. En resumen, tenemos aquí también la demostración de la amplitud de los vasos comunicantes entre la economía de Estados Unidos y la de los países de la Unión Europea. De allí los contactos incesantes entre Barack Obama, Angela Merkel, Nicolas Sarkozy, el BCE, el FMI… y los grandes banqueros, de Goldman Sachs a BNP Paribas, pasando por el Deutsche Bank. Una ruptura de los créditos en dólares de los que se benefician los bancos europeos puede provocar una grave crisis en Europa, e igualmente, una dificultad de los bancos europeos para reembolsar los préstamos estadounidenses, podría precipitar una nueva crisis en Wall Street.» (http://www.cadtm.org/Llego-la-crisis-a-su-apogeo). Un reciente estudio de la banca Natixis confirma la situación de emergencia que atravesaron los bancos franceses en el verano de 2011: Flash Economie, « Les banques françaises dans la tourmente des marchés monétaires » (Los bancos franceses en la tormenta de los mercados monetarios), 29 de octubre de 2012. En este documento se dice: « De junio a noviembre de 2011, los fondos monetarios americanos han retirado de improviso la mayor parte de la financiación dedicada a los bancos franceses. (…) Se trata de financiación a corto plazo por un valor de hasta 140.000 millones de dólares con los que, a finales de noviembre de 2011, han tenido que dejar de contar los bancos franceses, sin que se salvase ni uno de ellos. » (http://cib.natixis.com/flushdoc.aspx?id=66654). El cierre del grifo ha afectado igualmente a la mayor parte del resto de bancos europeos, según muestra este estudio publicado por Natixis.
|3| GAO, “Federal Reserve System, Opportunities Exist to Strengthen Policies and Processes for Managing Emergency Assistance”, julio de 2011. http://www.gao.gov/assets/330/321506.pdf. Este informe del Tribunal de Cuentas (GAO = United States Government Accountability Office) ha sido realizado gracias a una enmienda a la ley Dodd-Frank (véase más adelante) que fue presentada por los senadores Ron Paul, Alan Grayson y Bernie Sanders en 2010. Bernie Sanders, senador independiente, lo ha hecho público (http://www.sanders.senate.gov/imo/media/doc/GAO%20Fed%20Investigation.pdf ). Más aún, según un estudio independiente del Instituto Levy en el que colaboran economistas como Joseph Stiglitz, Paul Krugman y James K Galbraith, los créditos de la Reserva Federal habrían alcanzado un montante más elevado que el dado a conocer por la GAO, que sería en concreto de 29 billones de dólares y no de 16 billones. Véase James Felkerson, “$29.000.000.000.000: A Detailed Look at the Fed’s Bailout by Funding Facility and Recipient », www.levyinstitute.org/pubs/wp_698.pdf
|4| “The CEO of JP Morgan Chase served on the New York Fed’s board of directors at the same time that his bank received more than $390 billion in financial assistance from the Fed. Moreover, JP Morgan Chase served as one of the clearing banks for the Fed’s emergency lending programs.”, http://www.sanders.senate.gov/newsroom/news/?id=9e2a4ea8-6e73-4be2-a753-62060dcbb3c3
|5| Michel Rocard y Pierre Larrouturou: « Pourquoi faut-il que les Etats payent 600 fois plus que les banque ? »(¿Por qué han de pagar los estados 600 veces más que los bancos?), Le Monde, 3 de enero de 2012 http://www.larrouturou.net/2012/01/pourquoi-faut-il-que-les-etats-payent-600-fois-plus-que-les-banques/
|6| Véase el informe de la GAO que se menciona más arriba, en la pagina 196, y en el que se da fe de préstamos a Dexia por un valor de 53.000 millones de dólares, lo cual no representa más que una parte de los préstamos de la Reserva Federal a favor de Dexia. http://www.gao.gov/assets/330/321506.pdf
|7| Financial Times, “Banks plot early repayment of ECB crisis loans », 15 de noviembre de 2012, pág. 25.
|8| Según el periódico financiero español El Economista, http://www.eleconomista.es/espana/noticias/4252377/09/12/La-deuda-del-Estado-en-manos-de-la-banca-se-duplica-en-siete-meses.html
|9| Financial Times, ibid.
|10| Véase http://www.bancaditalia.it/statistiche/stat_mon_cred_fin/banc_fin/pimsmc/pimsmc12/sb58_12/en_suppl_58_12.pdf, cuadro 2.1a.
|11| Mario Draghi asumió el cargo de presidente del BCE el 1 de novembre de 2011.
|12| Véase http://fr.wikipedia.org/wiki/Crise_de_la_dette_publique_grecque#cite_ref-92. Véase igualmente Alain Salles y Benoït Vitkine, « Fatalisme face à un sauvetage échangé contre une perte de souveraineté » (Fatalismo frente a un salvamento a costa de pérdida de soberanía), Le Monde, 22 febrero de 2012, http://www.forumfr.com/sujet448690-....
|13| Mario Monti, primer ministro desde el 13 de novembre de 2011, fue nombrado senador vitalicio por el Presidente de la República Giorgio Napolitano. Con motivo de su nombramiento, dejó una serie de cargos de responsabilidad: la presidencia de la universidad privada italiana de más prestigio, la Bocconi,, así como la de la sección Europa de la Trilateral, uno de los cenáculos más importantes de la élite oligarca internacional, su cargo en la junta directiva del poderoso club Bilderberg y la presidencia del instituto neoliberal de análisis y estudio Bruegel. Monti fue consejero internacional de Goldman Sachs de 2005 a 2011 (en calidad de miembro del Research Advisory Council del Goldman Sachs Global Market Institute). Desempeñó en Bruselas el cargo de comisario europeo para el Mercado Único (1995-1999) para serlo después de la Competencia (1999-2004). Ha sido miembro del Senior European Advisory Council de Moody’s, consejero de Coca Cola, sigue siendo uno de los presidentes del Bussiness and Economics Advisory Group del Atlantic Council (un instituto norteamericano de análisis y estudio que promueve el liderazgo de los EE.UU.) y es parte de la junta directiva de Friends of Europe, un influyente instituto de análisis y estudio basado en Bruselas.
|14| Con la excepción del Reino Unido y la República Checa.
Eric Toussaint, maestro de conferencias de la Universidad de Lieja, es presidente del CADTM Bélgica (Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo,www.cadtm.org ) y miembro del comité científico de ATTAC Francia. Ha escrito, junto con Damien Millet, AAA. Audit Annulation Autre politique, (AAA - Auditoría, Anulación, Alternativas políticas), Editorial Seuil, París, 2012
CADTM
 

Los impuestos, estúpidos, los impuestos

El elevado déficit público ha puesto patas arriba todas las partidas de gasto: la sanidad, la educación, las infraestructuras, las pensiones, la dependencia, la investigación, la justicia, la Administración en general; sin embargo, tanto el último gobierno de Zapatero como el actual de Rajoy son remisos a enfrentarse con la verdadera causa: la caída de la recaudación. Ello tiene quizá fácil explicación: los intereses en juego que se mueven entre bambalinas. Ahora bien, corregir el déficit resultará imposible sin acometer una reforma fiscal en profundidad.

La caída de la recaudación se considera un efecto lógico de la crisis. Al bajar la actividad económica, los ingresos públicos se resienten; pero lo cierto es que la reducción ha sido mucho más pronunciada de lo que cabría esperar. De 2007 a 2011, la presión fiscal en España ha pasado del 37,3 al 31,6 %, una bajada cercana a los seis puntos, el 15,28% de descenso para ser exactos. Si consideramos que la presión fiscal es un cociente entre la recaudación y el PIB y que ambas magnitudes deberían seguir una evolución similar, lo razonable habría sido que esta magnitud se hubiera mantenido constante, pues si la recaudación cae, también lo hace el PIB -se supone que más o menos en la misma medida.

Deberíamos plantearnos qué es lo que ha ocurrido y continúa ocurriendo con nuestro sistema fiscal para que presente un comportamiento tan irregular y tan distinto del de la mayoría de los países de la OCDE, cuya presión fiscal ha subido en este periodo. Desde principios de los noventa las reformas fiscales han servido para, lejos de corregir los defectos que aún arrastraba el sistema tributario, ahondar más en ellos reduciendo la progresividad y la suficiencia. Especialmente significativos son los doce años que transcurren desde 1996 hasta el comienzo de la crisis, es decir las dos legislaturas de Aznar y la primera de Zapatero, en las que, tanto desde el punto de vista normativo como desde el práctico, (en la persecución del fraude,) la Hacienda pública experimenta un fuerte deterioro. Son los años en los que bajar los impuestos es de izquierdas de Zapatero o los de la curva de Laffer mal aprendida por Aznar; en los que cualquier pichichi del PP repetía como un papagayo que bajando los impuestos se recaudaba más. Todo se cubría con la burbuja inmobiliaria y financiera y, al igual que creaba una sensación falsa de riqueza, originaba también la creencia de que el sistema fiscal mantenía su potencial recaudatorio. No obstante, fue suficiente que se pinchase la burbuja para que ambos espejismos se esfumasen.

Las reformas no solo han dañado la capacidad recaudatoria, esto es la suficiencia del sistema para atender las prestaciones y servicios públicos del Estado social, sino también la progresividad, redistribuyendo la carga fiscal en contra de las clases bajas y medias y a favor de las adineradas. Ello junto con el hecho de que el coste de la crisis está incidiendo mucho más sobre las primeras que sobre las segundas explica que los ingresos del Estado se estén reduciendo en mucha mayor medida de lo que lo hace el PIB, ya que la renta de los que pagan impuestos (las rentas bajas) disminuye más que la media. Desde el año 2000 la remuneración de los trabajadores ha pasado de absorber el 50% de la renta nacional a hacerlo en un 45%, mientras que el excedente empresarial (beneficios y rentas de capital) seguía el camino inverso, del 45% al 50%.

Si se pretende de verdad corregir el déficit no queda más remedio que enfrentarse con los ingresos. En especial, habrá que promover por fuerza una distribución más equitativa de la carga fiscal, lo que conduce como primer tema a la lucha contra la evasión. Hace por lo menos veinte años que no existe voluntad política para perseguir el fraude, incluso se ha cambiado la normativa para hacerla más permisiva, por ejemplo la Ley General Tributaria en tiempos de Aznar. Hoy los defraudadores saben que cuentan con patente de corso. De ahí que la amnistía fiscal de Montoro haya sido un estrepitoso fracaso. Dejando al margen su posible iniquidad, una amnistía fiscal solo puede tener éxito si al mismo tiempo se transmite la certeza de que a partir de ese momento no va a haber tregua en la lucha contra la evasión.

La primera condición para obtener resultados positivos en la lucha contra el fraude es conseguir que cale en la sociedad la idea de que de los impuestos dependen, tal como estamos viendo, las pensiones, la sanidad, la educación, la igualdad en la justicia, las obras públicas y tantos servicios públicos, y que, en consecuencia, el que defrauda está cometiendo no una falta, sino un delito contra toda la sociedad. Su fraude puede ser la causa de la muerte de un niño por falta de asistencia sanitaria, el paro de muchos trabajadores o el desamparo de un anciano. Robar a toda la comunidad debe ser tenido como delito de tanta o mayor gravedad que robar a un particular. El defraudador fiscal se apropia de dinero público, por lo que se le debería juzgar con la misma severidad que empleamos a la hora de hablar de la corrupción de los políticos o de los empleados públicos. Y a la lucha contra la evasión fiscal se tendría que aplicar todo tipo de medios, aun los más extremos, aquellos que la sociedad emplea para defenderse ante los delincuentes.

Juan Fco Martín Seco
República.com

sábado, 29 de diciembre de 2012

Razones y sinrazones de la moderación salarial: lo que está en juego

Uno de los indicadores que utilizan los economistas con más frecuencia para medir y explicar la competitividad de las economías es el de costes laborales unitarios nominales (CLUn), ratio que relaciona los salarios nominales y la productividad real y que expresa el coste laboral por unidad producida. No son pocos los estudios que presentan este indicador como prueba concluyente de la pérdida de competitividad de la economía española (y de las del Sur) frente a la de Alemania (y las del norte).

Parecería que los datos conforman ese diagnóstico, pues los CLUn han seguido una persistente tendencia ascendente en nuestra economía, que sólo se habría detenido en plena crisis, a partir de 2009. Muy distinta ha sido la evolución observada en la economía alemana, que ha conocido desde comienzos de los años 90 un virtual estancamiento de este indicador, llegando a retroceder en algunos años. 

Pero vayamos por partes antes de avanzar una conclusión y, sobre todo, antes de dar por buena la que ofrece el pensamiento económico dominante.

Realicemos, en primer lugar, algunas precisiones con respecto a la dinámica salarial seguida en Alemania. Es cierto que ha estado dominada por el estancamiento de las remuneraciones de sus trabajadores (que ha supuesto, no lo olvidemos, que más una cuarta parte de los mismos se sitúen cerca o por debajo de los umbrales de la pobreza). No olvidemos tampoco que, pese a todo, estamos ante una economía de altos salarios relativos, cuyo potencial competitivo descansa en una variedad de factores relacionados con su reconocida capacidad de innovación tecnológica, la calidad de sus infraestructuras y los altos estándares de su sistema educativo. 

La política salarial contractiva ha servido para reforzar su competitividad estructural, si bien cabe albergar serias dudas de que este paquete competitivo sea sostenible en el tiempo, por el efecto anti innovador que generan esas políticas salariales sobre la estructura productiva y la cultura empresarial y porque alimenta una estrategia mercantilista (el motor del crecimiento económico reside en las exportaciones y en la obtención de excedentes comerciales) que está en el origen mismo de la crisis económica.

 
Fuente: Ameco

Es igualmente cierto que se ha reducido la diferencia que existía entre los salarios percibidos por los trabajadores de Alemania y España (en unos quince puntos porcentuales entre 1996 y 2010, según la Organización Internacional del Trabajo), pero continúa siendo considerable: el recibido por un trabajador español era en este último año inferior en un 40%.

Si descomponemos los CLUn en sus dos componentes: los costes laborales unitarios reales (CLUr), que representan el peso de los salarios en la renta nacional, y los precios llegamos a punto clave de la argumentación para entender el comportamiento de los salarios en nuestro país. 

La información proporcionada por Eurostat revela que la parte de los salarios (ajustados y como porcentaje del PIB) ha conocido a lo largo de las últimas décadas un retroceso importante: en el período 1981/1990 suponían  el 68,3%; en el siguiente, el 66,9%, en 2007 alcanzaban el 61,7 % y en 2012 el 57,3%. Se espera que en 2013 este porcentaje ya se sitúe en el 56,3%. 

Así pues, la evolución de los salarios, lejos de haber debilitado la competitividad de la economía española, ha contribuido a su mejora (al menos en lo que concierne al impacto que sobre esta variable tiene la evolución de los costes laborales). El crecimiento de los CLUn, al que antes se aludía, se explicaría, en consecuencia, por el aumento en los precios. Más concretamente por el impacto que tienen los excedentes empresariales en su formación.

De nuevo tomando como referencia los datos estadísticos aportados por Eurostat, podemos apreciar que en dos de los diez años de la década de los 80 el indicador de compensación real por empleado retrocedió; en el conjunto de la década aumentó a un ritmo medio del 0,9%. En la siguiente, se triplicó el número de "años malos" para los trabajadores y en el cómputo total el crecimiento de los salarios se redujo en dos décimas (0,7%). En el período comprendido entre 2000 y 2007, perdieron capacidad adquisitiva en seis de los siete años (-0,4% de media). Lo mismo ha ocurrido en tres de los cinco años comprendidos entre 2008 y 2012, si bien en términos promedio han aumentado en un 1,2% (como consecuencia, sobre todo de que el ajuste de plantillas ha recaído en mayor medida en los trabajadores con menores niveles de cualificación y que, por esa razón, perciben retribuciones más bajas). Las previsiones para el año que ahora comienza apuntan a una nueva degradación de las condiciones salariales.

Para valorar correctamente estas cifras hay que tener presente que, al utilizar un indicador promedio, se omite la desigual distribución de la masa salarial entre los diferentes grupos de trabajadores. Y sobre todo se pasa por alto un hecho de crucial importancia: dentro de la categoría salarial se encuentran las remuneraciones de los directivos y altos ejecutivos, cuyos ingresos no han dejado de crecer, incluso en los tiempos de crisis.

Así pues, el ajuste salarial, lejos de responder a una exigencia de la coyuntura, está instalado en el corazón mismo de la dinámica económica; no sólo aparece en los episodios de crisis, sino también en los momentos de relativa prosperidad, cuando cabría esperar que mejorasen también los ingresos de los trabajadores. 

Más recientemente, la denominada devaluación interna -termino con el que se pretende justificar y al mismo tiempo ocultar una estrategia cuyo único objetivo es reducir las remuneraciones de los trabajadores y mejorar de este modo la competitividad-precio de nuestras exportaciones- no mejoran la posición comercial de la economía española. Con desigual intensidad, en todos los años comprendidos entre 1980 y 2012 nuestro comercio arroja registros deficitarios, especialmente pronunciados en el trienio 2006-2008. La relativa mejora observada en los últimos años se explica, antes que nada, por el impacto contractivo que tiene la crisis económica sobre la demanda de importaciones. Pero la referida devaluación sí empeora la actual recesión: a los continuos y masivos recortes de gasto público se une la contracción del consumo privado, provocado por los ajustes salariales; todo ello en un contexto donde tanto familias como empresas intentan reducir sus elevados niveles de endeudamiento. 

Si estas políticas no son eficaces, si nos hunden aún más en la crisis, ¿por qué se mantienen e incluso se refuerzan? Una de las razones se encuentra, probablemente, en el dogmatismo del pensamiento económico dominante, tan influyente en los foros académicos y en las esferas políticas y mercantiles donde se toman las decisiones. Pensamiento que sitúa las denominadas políticas de austeridad (de las que forman parte la presión sobre los salarios) como condición necesaria (casi suficiente) para recuperar la actividad económica. 

Pero hay más, mucho más. La "austeridad presupuestaria" y la "devaluación interna" están favoreciendo una masiva e histórica redistribución de la renta y la riqueza hacia las élites económicas, políticas y sociales, como nunca antes habíamos visto en la Unión Europea. Las leyes laborales y las políticas impuestas desde Bruselas han otorgado un poder sin límites a la clase empresarial y a los mercados. Se ha producido un vuelco en los equilibrios y en las relaciones de poder que hace posible que los beneficios empresariales se nutran del retroceso de los salarios, así como del alargamiento de la jornada de trabajo, la intensificación de los ritmos de producción y el desmantelamiento de las políticas de bienestar social. Esta deriva lastra sin duda las posibilidades de crecimiento económico y acaso amenace la propia supervivencia del euro, pero por qué deberían cambiar esta situación los grupos ganadores si han abierto una vía de acumulación y de apropiación insospechada hasta hace poco y pueden llevar a una derrota histórica y rotunda de las izquierdas. El desafío de los poderes fácticos, más fuertes que nunca, es colosal, pero hay alternativas: la palabra y la acción de la ciudadanía, consciente del momento histórico que nos ha tocado vivir y sufrir, puede detener este proceso.

Fernando Luengo
Miembro del colectivo econoNuestra y profesor de Economía aplicada en la Universidad Complutense de Madrid 
Público.es

viernes, 28 de diciembre de 2012

La Deuda y el Miedo

No paramos de oír que las deudas están para pagarlas, que cuando uno se endeuda “ya sabe a lo que se atiene” y que por tanto debe afrontarlas bajo cualquier circumstancia. Esto sitúa el estatus de la deuda en nuestra cultura cerca de lo sagrado. ¿Pero es verdad que uno sabe a lo que se atiene cuando se endeuda? La realidad es que no. La prueba es que nadie previó esta crisis, ni los grandes bancos con todos sus analistas, ni los gobernantes con todos sus estadistas y consejeros fueron capaces de prever esta situación. A pesar de haber hecho apuestas muy arriesgadas, con todos sus analistas y ‘magos de las finanzas’, estos bancos se pegaron un soberbio batacazo, siendo incapaces de pagar sus deudas unos a otros… y fueron ayudados… por nosotros.

Entonces, ¿por qué nosotros deberíamos “saber a lo que nos atenemos” cuando nos endeudamos? En realidad la mayoría de la gente no tiene conocimientos profundos de finanzas, ni de economía, ni tiene una bola de cristal en casa que le permita saber si los precios están sobrevalorados, si los sueldos en el futuro serán más altos o si los tipos de interés van a subir. Por lo tanto, uno no sabe exactamente a lo que se atiene, porque el futuro es incierto. Eso no nos exime de toda responsabilidad, pero debería desmitificar la sacritud de las deudas.

Partiendo de esta idea de que uno puede cometer errores en la vida, una vez se han cometido ¿qué hacemos? Una posible respuesta puede ser: encontrar una solución. En el caso de la deuda, aunque el origen de ésta fuera legítimo (que no lo es), si no se pudiera pagar y el intento de pagarla creara una situación que atentara contra la dignidad y las vidas humanas, lo aceptable sería no pagarla, o reducirla hasta la cantidad que se pueda pagar sin esclavizar a las familias y posibilitando el buen funcionamiento de la economía.

Al contrario de lo que acabamos de decir, parece que la receta que se impone a los que no pagan sus deudas (excepto a los poderosos, que son los únicos en recibir ayuda) son el castigo inmisericorde. Esto parece un comportamiento neurótico, lleno de rencor, reproche y culpabilidad… sentimientos todos muy poco prácticos si lo que queremos es mejorar el funcionamiento de la economía. No parece que arruinar en masa a millones de familias sea una manera de llegar a esa solución que buscamos. Además de estas consideraciones, si observamos que los poderes financieros no han tenido que afrontar sus deudas, ni han perdido sus riquezas a pesar de los enormes agujeros que han provocado en nuestras economías, la situación se vuelve entonces ultrajante.

Parece obvio entonces que el objetivo es otro. A juzgar por el resultado de lo que observamos el objetivo parece ser la creación de una relación de dominación de quien está endeudado con la estrategia de “culpar a la víctima”, con argumentos entre otros como: “has vivido por encima de tus posibilidades”. Desde que existen las sociedades autoritarias-patriarcales, hace ya milenios, las clases dominantes han utilizado este tipo de mecanismos emocionales para someter a las personas a su orden.

Estos valores como la sacritud de la deuda son parte de una manipulación de nuestra cultura convencional por parte estos poderes económicos, y se difunden a través de diferentes canales como los medios de comunicación, las estructuras políticas (p.e. sistema educativo), y las instituciones religiosas (a pesar de que el mensaje de estas religiones sea de misericordia y solidaridad, estos poderes son capaces en ocasiones de manipular estos mensaje y añadir ideas, que no existían en el origen de estas creencias, para servir a sus objetivos de dominación), todas estas financiadas o influidas de diferentes formas por los poderes económicos.

Pero debemos ser conscientes de que esta relación psicosocial no es más que eso, una relación entre personas. Debe haber dos partes para que funcione, el dominador y el dominado. Con esto no queremos decir que el dominado lo sea por gusto, ya que muchos nos encontramos encerrados en contextos que nos oprimen, con situaciones diarias difíciles que nos llenan de miedo e incertidumbre y nos hacen no alzar mucho la voz para que la cosa no empeore. En la mayoría de ocasiones, de estas situaciones es imposibles salir solos. Por lo tanto debemos buscar la vía para hacerlo en compañía de aquellos que se encuentren en una situación similar o simplemente quieran darnos su apoyo en este camino.

Recopilando, podemos partir de las siguientes ideas:
Que nos podemos equivocar; un error no justifica un castigo eterno; y menos cuando quien ejerce el poder en la relación (élite económica) seguramente no ha sido sometida a las mismas condiciones o leyes que nosotras; y que además los mecanismos que generan la deuda son, en su mayor parte, ilegítimos y no tienen otro objeto que ese intento de dominación.

Entonces, ¿por qué someternos a esa relación social basada en el castigo y el miedo? La vida de un ser humano es igual de valiosa a la de cualquier otro, por lo que todas deberíamos tener los mismos derechos y las mismas obligaciones. Actualmente una parte grande de la sociedad asume solo obligaciones y castigos, mientras que la otra pequeña parte abusa de su condición de poder, que dejamos que ejerza sobre nosotras gracias en gran parte al peso de la Deuda. Por lo tanto, como dice nuestro lema: No debemos, No pagamos! De nosotras depende.

Sergi Cutillas
CADTM

miércoles, 26 de diciembre de 2012

¿Qué hemos aprendido de esta crisis financiera?

A estas alturas nadie puede negar que el mundo ha sido sacudido por una brutal crisis financiera. La caída del comercio, de la demanda, del empleo, del propio valor de las monedas son testimonios fehacientes de un colapso económico sin precedentes al cual la teoría económica convencional aún no encuentra respuestas. Se aplican medidas de parche para intentar la reanimación de una economía moribunda, pero en muchas ocasiones el remedio ha sido peor que la enfermedad.
El problema, hay que intentar comprenderlo desde las propias falencias de la teoría económica y sincerar los enormes agujeros que tiene la macroeconomía. Pensar, como ha sido la norma, de que la política monetaria debe sólo ceñirse a custodiar la inflación de corto plazo, es aceptar el cuento del equilibrio general walrasiano sin cuestionar a fondo las fricciones reales que existen en los mecanismos de ajuste.

De acuerdo al equilibrio general walrasiano, los equilibrios en todos los mercados se alcanzan en forma automática. Y tras cinco años de crisis no podemos concluir que se haya alcanzado un equilibrio real, en ningún mercado. Se viven desplomes generalizados en muchos mercados mientras las burbujas no dejan de cundir avivando las volatilidades de los precios y los tipos de cambio. Esto es porque el equilibrio general walrasiano, plataforma central del modelo neoclásico y base de la macroeconomía no incluye el ciclo financiero.

El ciclo financiero no responde a las características intrínsecas del ciclo económico de la economía real, dado que tiene una frecuencia muy diferente. Mientras el ciclo económico puede tener una frecuencia de 7 años desde el auge a la recesión, los ciclos financieros tienden a ser mucho más largos y pueden tomar varias décadas en su desarrollo, dependiendo de los motores que impulsen el ciclo del crédito. La crisis actual es el resultado de 40 años de crisis financieras en las cuales se buscó apagar el incendio con gasolina. Todas las crisis del llamado “mercado” fueron resueltas con “más mercado”. Y así, la globalización y los tratados de libre comercio impulsaron la industria financiera mientras carcomían gravemente la economía real.

Impulso al crédito y la deuda

Este proceso dio un fuerte impulso al crédito y la deuda, dado que ante precios fijos (por la misión de los bancos centrales) los inversionistas podían apelar a las rentabilidades de la especulación y destruir empleo. Los frutos de la especulación impulsaban al alza los precios de los activos financieros y de los bienes inmobiliarios, distorsionando la economía real por la vía del estancamiento de los salarios en los sectores que no participaban de la fiesta.

La desregulación financiera iniciada en los años 80 y potenciada en los años 90 debilitó las restricciones al crédito y relajó la percepción entre valor y riesgo. Y la promesa de los bancos centrales de una inflación baja y estable alentó la expansión financiera y el desarrollo desigual. Esto permitió que los flujos de capital se movieran sin control y desplazaran sus fuentes productivas a países como China, en la idea de buscar espacios competitivos que mantuvieran la inflación a raya. Con ello, China se ha convertido en el primer fabricante del mundo, con la cruel paradoja de que se está quedando sin compradores en el resto del mundo

Esta distorsión de los valores reales producida por una competitividad engañosa no fue detectada a tiempo por los bancos centrales y la política monetaria. En verdad, la ceguera de la política monetaria fue la que desató estas distorsiones al no tomar en cuenta el rol de ciclo financiero en el ciclo de negocios y en el ciclo económico. Como hemos señalado anteriormente, el ciclo financiero corresponde a un esquema ponzi que puede funcionar durante varias décadas. A modo de ejemplo, Bernard Madoff comenzó a hacer sus operaciones en los años 70 y creó un formidable esquema piramidal que llegó a los 50 mil millones de dólares. Y todo era una farsa. No obstante, Madoff es hasta hoy el único condenado por lo fraudes involucrados en esta crisis.

La política monetaria no puedes estar ajena a la creación de dinero que realiza el sistema financiero y debe exigir una tasa de encaje que no ponga en riesgo a los países ante una contracción de crédito sistémica. La cruel paradoja es que el relajo monetario nominal existente previo a la crisis se convierte en relajo monetario real con las inyecciones de liquidez que han demostrado ser ineficaces para impulsar la economía. La política monetaria debe saber detectar a tiempo las burbujas y frenar las distorsiones que crea la especulación financiera. 

Marco Antonio Moreno
El Blog Salmón

Reinventar el dinero

Uno de los problemas más serios de la teoría económica es su incapacidad para tratar los temas monetarios de manera coherente. Las consecuencias son graves: el discurso de la teoría económica dominante ha arropado y cultivado una idea completamente errónea sobre el funcionamiento de los bancos y la creación monetaria.
 
No cabe duda que el sistema económico necesita reformas profundas. Uno de los cambios fundamentales que urge introducir se sitúa en el ámbito de la dimensión monetaria y financiera. Cierto, las alteraciones en este terreno no serán suficientes para cancelar totalmente la explotación pero sí son necesarias para iniciar el tránsito a una sociedad más justa.

Quizás el obstáculo más serio es la vieja y equivocada idea de que el sistema monetario actual es natural e inamovible. El sistema monetario actual representa una de muchas posibilidades y, como podemos observar, no sólo es ineficiente sino que conduce a una brutal injusticia social.

Para nadie debiera ser ya un secreto el que la creación monetaria está hoy en manos de los bancos. Es falsa la idea de que tenemos un banco central dotado del monopolio de creación monetaria. Si bien es cierto que por ley el banco central es el único que emite billetes y puede acuñar moneda, ese monto es una minúscula parte de la oferta monetaria en una economía capitalista. Típicamente en la actualidad ese dinero de ‘alto poder’ equivale a 5-7 por ciento del total de la oferta monetaria en una economía. El resto del circulante utilizado en el sistema de pagos es emitido por bancos privados (y algunas otras entidades del sistema financiero no bancario). En síntesis, la función de creación monetaria ha sido usurpada por los bancos privados.

El análisis de los agregados monetarios de cualquier economía permitirá al lector comprobar lo anterior. En México el monto de billetes y monedas en poder del público en octubre del presente año era de unos 650 mil millones de pesos (mmdp). Las cuentas de cheques en moneda nacional y extranjera en bancos residentes, así como los depósitos en cuenta corriente y a la vista (en sociedades de ahorro y préstamo) ascendían a 1.4 billones (castellanos) de pesos. La suma de estas dos cifras nos da 2.05 billones de pesos y corresponde al agregado monetario M1: las monedas y billetes emitidos por el Banco de México son 31 por ciento de este agregado monetario.

Los activos financieros internos en poder de residentes alcanzan la prodigiosa cifra de 6.5 billones de pesos. Y si sumamos esta cantidad a nuestra M1 tenemos un nuevo agregado monetario llamado M2 con 8.5 billones. Aquí las monedas y billetes son 7 por ciento del total. Los lectores pueden verificar todo esto en los cuadros sobre agregados monetarios del portal del Banco de México (www.banxico.org.mx).

La operación de creación monetaria por los bancos privados está marcada por dos características de gran importancia. El dinero nace a través de un proceso de endeudamiento y es generado de la nada. Cuando un banco privado genera dinero lo hace a través de un crédito otorgado a una persona o una empresa. La creación monetaria implica una deuda para quien recibe el crédito (y dicho crédito no está asociado a un activo prexistente). El banco abre una cuenta para el prestatario y le proporciona medios de pago (por ejemplo, una chequera o un plástico) pero no le entrega una suma de billetes que hubiera tenido guardada en sus bóvedas: esta creación monetaria por los bancos privados proviene de la nada.

Ahora el receptor del crédito está obligado a generar recursos monetarios para pagarle al banco el principal y los intereses. Por eso se dice que la creación monetaria está asociada al endeudamiento. La creación de dinero deuda es una característica fundamental de las economías capitalistas de nuestros días. Y uno de los elementos centrales de la reforma monetaria debe consistir en la eliminación del componente de deuda en el nacimiento de este objeto social que es el dinero. Se necesita un sistema monetario de dinero libre de deuda.
Para alcanzarlo es necesario deshacerse de varios mitos. Uno de ellos consiste en pensar que lo que se necesita es anclar el dinero en un referente físico como el oro o la plata. Eso no es ni necesario ni suficiente. El patrón oro no impide la creación ex nihilo de dinero-deuda por parte de los bancos, y tampoco previene la volatilidad o las crisis como lo demuestra la historia económica.

Otro mito es la noción de que la intervención de una entidad pública conduce irremediablemente al abuso y la inflación. La realidad es que el sector bancario privado ha abusado de su poder de creación monetaria. Y los episodios de inflación de activos, conocidos como burbujas, constituyen el modus operandi del sector bancario privado.

Existen alternativas sociales a la creación de dinero-deuda. Los sistemas políticos tradicionales han seguido el camino de la sumisión al complejo bancario-financiero. Se requiere ahora rebasar esta visión estrecha y recuperar el control popular sobre una de las principales instituciones sociales.

Alejandro Nadal
La Jornada

domingo, 23 de diciembre de 2012

¿Por qué las grandes empresas y las grandes fortunas han recurrido al endeudamiento?

Muchos lectores del blog me han hecho la misma pregunta: ¿Cómo es posible que sean las grandes empresas y las grandes fortunas los agentes que más han recurrido al endeudamiento en el periodo del boom económico, si son precisamente quienes más recursos tienen y por lo tanto quienes tienen menos necesidad de tomar dinero prestado?

La pregunta resulta muy pertinente. Normalmente entendemos que las personas o empresas que piden dinero prestado son de hecho personas o empresas que no tienen suficientes recursos para realizar la actividad que se propongan. Nos parece lógico pensar que si una familia no tiene suficiente dinero para comprar una vivienda, se endeude para poder llevar a cabo la compra. También nos parece lógico pensar que si una pequeña empresa quiere realizar una inversión notable y no dispone de suficiente capital, termine pidiendo dinero prestado para alcanzar su objetivo. Y al contrario: nos resulta a simple vista muy raro que una familia o una empresa con elevados recursos pida dinero prestado para llevar a cabo una operación o una inversión. Pero esto es así porque estamos acostumbrados a pensar en el recurso al endeudamiento como una necesidad, y solemos olvidar que esta actividad también es una oportunidad.

En los ejemplos que se acaba de mencionar se recurre al endeudamiento por necesidad, porque el agente económico en concreto no tiene suficiente dinero para lograr sus objetivos. Pero pedir dinero prestado no es útil solo para aquellos que no tengan suficiente dinero, sino que también es útil (y mucho) para aquellos que sí tienen dinero suficiente para realizar sus actividades.

La clave del asunto reside en que endeudarse ofrece ventajas notables independientemente del dinero que uno tenga. Cuando una persona realiza una actividad rentable (esto es, que al cabo de un tiempo le rinda frutos) puede utilizar para ello su propio dinero o utilizar dinero ajeno. Si la actividad sale bien, resulta mucho más rentable haberla llevado a cabo con dinero prestado, y no con dinero propio. Es decir, para una actividad o inversión determinada, uno puede ganar mucho más dinero si utiliza dinero prestado en vez de dinero propio (la operación que consiste en endeudarse para realizar una actividad económica se denomina “apalancamiento”).

 Esto es algo que se puede entender fácilmente con un simple ejemplo.
Imaginemos que una determinada empresa quiere realizar una inversión en concreto que al cabo de un año le otorgue ganancias. Esta inversión requiere utilizar 100 €, y al cabo de un año la empresa obtiene 120 €. El dinero que se ha ganado en un año con esta inversión es 20 € (120 € obtenidos menos los 100 € utilizados).

Si la operación la lleva a cabo la empresa con dinero propio, la rentabilidad será del 20%. Porque por cada 100 € gastados, ganará 20 € (20/100 = 20%).

Si la operación la lleva a cabo la empresa en parte con dinero propio y en parte con dinero prestado, la rentabilidad será mayor que ese 20%. Para que quede bien ilustrado, tomemos el caso extremo (pero en ocasiones real) de que la empresa utiliza 10 € propios y 90 € ajenos. Es decir, la empresa pedirá prestado 90 € y aportará 10 € propios para tener los 100 € que  necesita para iniciar la inversión. Cuando transcurra el año la empresa obtendrá 120 €. Pero tendrá que devolverle los 90 € al banco que le haya prestado dinero, más un pago extra por intereses que suponemos alcanza los 4 €. En definitiva, la empresa ha obtenido 120 €, pero tendrá que pagar al banco 94 € (90 + 4). Le sobrarán entonces 26 € (120 – 94). Pero recordemos que 10 € los sacó de su bolsillo para iniciar la inversión; por lo que en realidad la empresa ha ganado 16 €, ya que obtuvo 26 € gastando 10 € de su bolsillo. Si calculamos la rentabilidad obtenemos que la misma asciende a un 160%. Porque por cada 10 € gastados, ha ganado 16 € (16/10 = 160%).

La cantidad ganada es menor que en el caso anterior (16 € cuando en el caso anterior fue de 20 €), pero es que lo que importa es la ganancia en relación al dinero que aportó la empresa. En este sentido es mucho más rentable el segundo caso, ya que aportando poco dinero se obtienen ganancias muy grandes. Imaginemos las ganancias que obtendría la empresa si en vez de aportar 10 € propios, aportase 100 €. En ese caso las ganancias serían de 160 euros (porque por cada 10 euros que aporta, gana 16).

Si para esta inversión la empresa no se endeudase, ganaría 20 euros. Si se endeudase en las cantidades indicadas, ganaría 160 euros. La diferencia es colosal. Es mucho mejor invertir utilizando dinero prestado que utilizando dinero propio.

El apalancamiento ha sido la estrategia que han adoptado las grandes empresas y las grandes fortunas para invertir en el sector de la vivienda y también en los mercados financieros. Aunque tenían dinero suficiente para invertir sin tener que pedir dinero prestado, lo hicieron porque de esta forma obtenían muchos más beneficios. El recurso al endeudamiento les ofrecía la oportunidad de obtener muchas más ganancias, así que recurrieron a él en cantidades muy elevadas.

Ahora ya se entiende mejor por qué las grandes empresas y las grandes fortunas se endeudaron tanto durante el boom económico. Lo hicieron no por necesidad, sino para multiplicar los beneficios que podían conseguir.

Eduardo Garzón
Saque de Esquina

sábado, 22 de diciembre de 2012

Austeridad: ¿y para quién es el costo?

Por todas partes, austeridad es la exigencia del día. Claro que pareciera haber algunas excepciones, momentáneamente, en unos cuantos países –China, Brasil, los Estados del Golfo y, quizá, unos cuantos más. Pero éstas son excepciones a la demanda que permea el sistema-mundo hoy. En parte, esta demanda es absolutamente trucada. En parte, esto refleja un problema económico real. Pero, ¿cuáles son los puntos?
 
Por un lado, el increíble desperdicio de un sistema capitalista en verdad condujo a una situación en que el sistema-mundo está amenazado por su real incapacidad para continuar consumiendo globalmente en el nivel en que el mundo lo ha estado haciendo, sobre todo porque el nivel real de consumo incrementa de un modo constante. Estamos agotando de hecho los elementos básicos para la sobrevivencia humana, puesto que el consumismo ha sido la base de nuestras actividades productivas y especulativas.

Por otro lado, sabemos que el consumo global es muy desigual, tanto entre países como dentro de los países. Es más, la brecha entre los actuales beneficiarios y los actuales perdedores crece con persistencia. Estas divergencias constituyen la polarización fundamental de nuestro sistema-mundo, no sólo en lo económico, sino también política y culturalmente.

Esto ya no es un secreto para las poblaciones mundiales. El cambio climático y sus consecuencias, la escasez de los alimentos y el agua, y sus consecuencias, son visibles para más y más gente, mucha de la cual comienza a llamar a un viraje en los valores civilizatorios y a alejarnos del consumismo.

De hecho, las consecuencias políticas son muy preocupantes para algunos de los más grandes productores capitalistas, que se percatan de que ya no cuentan con una posición política sostenible y, por tanto, enfrentan la inevitable incapacidad de controlar recursos y riqueza. La demanda actual en pos de austeridad es una suerte de dique de último recurso para detener la marea de la crisis estructural del sistema-mundo.

La austeridad que se está poniendo en práctica es una austeridad impuesta a los segmentos económicamente más débiles de las poblaciones mundiales. Los gobiernos buscan salvarse a sí mismos de la perspectiva de la bancarrota y buscan escudar a las mega-corporaciones (especialmente a los mega-bancos, pero no sólo a ellos) de que paguen el precio de sus egregias locuras y sus heridas infligidas por ellos mismos (con el desplome de sus ganancias). El modo en que intentan lograrlo es esencialmente recortando las redes de seguridad (si no es que eliminarlas del todo) que se erigieron históricamente para salvar a los individuos de las consecuencias del desempleo y las enfermedades graves, del embargo de las viviendas y de todos los otros problemas concretos que las personas y sus familias enfrentan comúnmente.

Aquellos que buscan sacar ventaja en el corto plazo continúan jugando en el mercado de la bolsa en transacciones constantes y rápidas. Pero en el mediano plazo éste es un juego dependiente de la capacidad para hallar compradores para los productos en venta. Y la efectiva demanda está desapareciendo constantemente, debido a estos recortes en las redes de seguridad y debido al miedo masivo de que todavía haya más recortes por venir.

Los proponentes de la austeridad regularmente nos aseguran que estamos a punto de darle vuelta a la esquina, o que lo haremos pronto, y de que volverá una prosperidad general revivida. Sin embargo, de hecho no estamos doblando esta esquina mítica y las promesas de un resurgimiento se vuelven más y más modestas y se calcula que tardarán más de lo previsto.

Hay también otros que piensan que una solución socialdemócrata está al alcance. En lugar de austeridad debemos aumentar los gastos del gobierno y fijarle impuestos a los segmentos más acaudalados de la población. Aun si esto fuera políticamente realizable, ¿funcionaría? Los proponentes de la austeridad tienen un argumento plausible. No hay recursos suficientes a escala mundial para responder al nivel de consumo que todo mundo desea conforme más y más individuos exigen políticamente estar dentro de los consumidores más grandes.

Aquí es donde entran las excepciones a las que me refiero. En este momento hay lugares que están expandiendo la cantidad de grandes consumidores, no sólo cambiando la localización geográfica de estos grandes consumidores. Los países que tienen excepciones están, por tanto, aumentando los dilemas económicos en lugar de resolverlos.

Sólo hay dos formas de salir del dilema real implicado en esta crisis estructural. Una es establecer un sistema-mundo autoritario no capitalista que utilice la fuerza y el engaño en vez del mercado, para permitir y aumentar la distribución mundial no igualitaria del consumo básico. La otra es cambiar nuestros valores civilizatorios.

Para poder concretar un sistema histórico relativamente igualitario y relativamente democrático en donde vivir no necesitamos crecimiento, sino lo que se conoce en América Latina como buen bivir. Esto significa involucrarnos en una discusión racional continua acerca de cómo es que el mundo entero podría asignar los recursos del mundo de tal modo que no sólo todos podamos tener lo que realmente necesitamos para sobrevivir, sino que podamos también conservar la posibilidad de que las generaciones futuras logren esto mismo.

Para algunos segmentos de la población mundial esto significa que sus hijos consumirán menos; para otros, que consumirán más. Pero en un sistema así todos contaremos con una red de seguridad de una vida con garantías de la solidaridad social que un sistema así hace posible.

Los siguientes 20 a 40 años habrá una enorme batalla política no en torno a la sobrevivencia del capitalismo (el cual ha agotado sus posibilidad como sistema), sino acerca de qué sistema deberemos elegir colectivamente para reemplazarlo –un modelo autoritario que imponga una polarización continua (y expandida) o uno relativamente democrático y relativamente igualitario.

Immanuel Wallerstein
La Jornada
Traducción: Ramón Vera Herrera

jueves, 20 de diciembre de 2012

Los ricos no crean empleo

En nuestras sociedades occidentales existe la extendida creencia de que los ricos son los principales creadores de empleo. Los argumentos esgrimidos en base a este juicio son muy simples: puesto que las personas más acaudaladas disponen de muchos recursos, pueden destinarlos a la inversión en la actividad económica y así crear puestos de trabajo. Esta idea se recoge incluso en las facultades de economía, siendo transmitida sistemáticamente a los que en el futuro se encargarán de las políticas económicas. Asociada a este planteamiento aparece la necesidad de disminuir los impuestos a las grandes fortunas, para que dispongan de la mayor cantidad de dinero posible en sus bolsillos presuponiendo que en última instancia esos fondos se invertirán en algún negocio que termine creando puestos de trabajo.

Por lo tanto, según este razonamiento de carácter neoliberal, la secuencia lógica sería la siguiente:
La conclusión es que bajar los impuestos a las grandes fortunas es el medio para crear riqueza y puestos de trabajo.

Pero analicemos detenidamente esa secuencia argumental, para descubrir hasta qué punto es correcta o no.

El paso de la fase 1 a la fase 2 parece no dar mucho pie a discusión. Si el gobierno reduce los impuestos a las grandes fortunas, éstas dispondrán de mayor cantidad de fondos disponibles. Es totalmente evidente; aquí hay poco que objetar.

El paso de la fase 2 a la fase 3 ya parece menos evidente. El hecho de que las personas más acaudaladas tengan en sus bolsillos más recursos no nos dice nada del uso que le darán a los mismos. Es cierto que podrían utilizar esos recursos para originar un nuevo negocio o ampliar uno ya existente, pero es que también podrían simplemente guardarlo y no gastarlo, o podrían dedicarlo a consumir bienes y servicios (de lujo), o podrían destinarlo a operaciones de especulación, o podrían regalar una parte al partido político que esté por la labor de seguir bajando los impuestos a los ricos, etc. Es decir, no existe ningún indicio que nos empuje a pensar que estas personas emplearán su dinero en la creación o ampliación de actividades productivas que generen empleo. Más bien todo lo contrario, lo que parece más probable es que personas que ya gozan de una excelente calidad de vida prefieran no embarcarse en operaciones tan complejas, arriesgadas, sufridas, y lentas como lo son la creación o ampliación de actividades productivas. Es mucho más cómodo dedicarse al ocio o al placer que lanzarse a una nueva aventura empresarial.

Esto último, que se puede deducir simplemente con el uso de la razón, es además corroborado por los datos. Por ejemplo, un estudio reciente de una empresa de análisis de mercados (Market Watch) analizó qué hacen los súper ricos con su dinero. Una de las conclusiones del estudio es que la enorme cantidad de dinero que tienen los súper ricos no se invierte en actividades productivas (donde se crean puestos de trabajo). De hecho, el 90% de ese dinero de los súper ricos estaba en compra y venta de propiedad inmobiliaria, en bonos del Estado, en cuentas personales y en otras actividades de uso personal o actividad especulativa. Sólo un 1% se invertía en el establecimiento de nuevas empresas que crearan empleo. Otros estudios han llegado a conclusiones semejantes.

Por si todo ello fuera poco, el paso de la fase 3 a la fase 4 tampoco es automático. Una persona puede invertir su dinero en la economía productiva y no tener como resultado un aumento de la riqueza o del empleo. Esto es así porque el hecho de invertir no garantiza que el proyecto salga bien. Es más, puede salir muy mal y terminar perdiendo todo el dinero invertido. En todo esto tiene mucho que ver el clima de las expectativas empresariales y la capacidad adquisitiva de la población a la que se dirige el negocio. Pensemos por ejemplo lo inútil que podría ser que un empresario comprara más máquinas y contratara más trabajadores para producir más productos, si al final no encontrase a clientes que los fuesen a comprar. Ni que decir tiene que en un período de recesión como el actual no hay muchas expectativas de sacar adelante un nuevo negocio rentable.

En definitiva, esa secuencia argumental ni es automática ni se está dando en la realidad. Bajar los impuestos a las grandes fortunas no conduce a un aumento de la riqueza y del empleo. Lo que provoca bajar los impuestos a las grandes fortunas es un mayor enriquecimiento de esas personas a costa de un perjuicio en las arcas públicas que son al fin y al cabo el medio para financiar prestaciones, bienes y servicios públicos como la sanidad y la educación.

Por último, no me resisto a añadir un vídeo en el que podemos ver a un empresario rico estadounidense explicar prácticamente lo mismo que se expone en este artículo. Es interesante comprobar que hasta a ciertos millonarios les resulta imposible negar la evidencia.

Eduardo Garzón Espinosa
Saque de Esquina

“Bancos contra Pueblos: los entresijos de una partida amañada” (1a parte)

2007-2012: 6 años en que los bancos se tambalearon.
Desde 2007-2008, los grandes bancos centrales (BCE, Banco de Inglaterra, Fed en los Estados Unidos, Banco de Suiza) dan prioridad absoluta a intentar evitar el hundimiento del sistema bancario privado. Contrariamente al discurso dominante, el riesgo principal que amenaza a los bancos no es la suspensión de pagos de la deuda soberana[1] por parte de los Estados. Ninguna de las quiebras bancarias desde 2007 ha sido provocada por tal falta de pago. Ninguno de los rescates bancarios organizados por los Estados fue necesario debido a una suspensión de pago de parte de un Estado sobreendeudado.
 
Lo que amenaza a los bancos desde 2007 es la cantidad de deudas privadas que los bancos han acumulado progresivamente a partir de las grandes desregulaciones que comenzaron a finales de los años 70 y que concluyeron en el transcurso de los años 90. Los balances de los bancos privados están cargados de activos[2] dudosos: estos comprenden desde activos tóxicos que son verdaderas bombas de relojería, a activos no líquidos (es decir que no pueden ser vendidos o traspasados en los mercados financieros), pasando por los activos cuyo valor está completamente sobrevalorado en los balances bancarios.
 
Las ventas y las depreciaciones de activos que los bancos han registrado hasta el momento en sus cuentas para reducir el peso de estos activos tóxicos no bastan. Un número significativo de ellos dependen de la financiación a corto plazo (proporcionada o garantizada por los poderes públicos con el dinero de los contribuyentes) para mantenerse a flote[3] y para hacer frente a las deudas en sí mismas a corto plazo. Esto ha puesto al banco franco-belga Dexia, en realidad un hedge fund de grandes dimensiones, tres veces al borde de la quiebra en 4 años: octubre 2008, octubre 2011[4] y octubre 2012[5]. En el transcurso del episodio más reciente, a inicios de noviembre del 2012, los Estados francés y belga han aportado una ayuda de 5.500 millones de euros (de los cuales 53 % a cargo de Bélgica) para recapitalizar Dexia SA, institución financiera moribunda, cuyos fondos propios se han desvanecido. Según el diario belga Le Soir: « Los recursos propios de matriz de Dexia han pasado de 19.200 millones a 2.700 millones de euros entre finales de 2010 y finales de 2011. Y a nivel del grupo, los fondos propios totales se han vuelto negativos (-2.300 millones de euros a 30 de junio de 2012) »[6]. A finales del 2011 sus deudas exigibles de forma inmediata se elevaban a 413.000 millones de euros, y los importes debidos por contratos de derivados a 461.000 millones de euros. La suma de estos dos importes representaba ¡más de 2,5 veces el PIB de Bélgica! A pesar de ello, los dirigentes de Dexia, el viceprimer ministro belga Didier Reynders y los medios de comunicación dominantes pretendían aún hacernos creer que el problema de Dexia SA había sido provocado en gran medida por la crisis de deuda soberana en el sur de la zona euro. La realidad era que la posición acreedora de Dexia SA con Grecia no superaba los 2.000 millones de euros en octubre de 2011, es decir unas 200 veces menos que las deudas a pagar de forma inmediata en ese momento. En octubre de 2012, la acción Dexia valía unos 0,18 euros, unas 100 veces menos que en septiembre del 2008. A pesar de ello, los Estados francés y belga han decidido una vez más resucitar esta sociedad quebrada haciendo aumentar de golpe la deuda pública de su país. En España, la casi quiebra de Bankia también ha sido causada por prácticas financieras dudosas, y no por riesgo de impago por parte de un Estado. Desde el 2008 el mismo escenario se ha repetido una treintena de veces en Europa y Estados Unidos: cada vez máslos poderes públicos se han puesto (y continúan haciéndolo) al servicio de los bancos privados financiando sus rescates con fondos públicos.
 
Vuelta al inicio de la crisis en 2007
 
La suma gigantesca de deudas privadas comenzó a derrumbarse con el estallido de la burbuja especulativa en el sector inmobiliario de Estados Unidos (seguido de situaciones parecidas en Irlanda, el Reino Unido, España,…). La burbuja inmobiliaria estalló en los Estados Unidos cuando los precios de las viviendas construidas en cantidades exageradas  empezaron a caer al no encontrarse compradores para estas viviendas.
 
Las explicaciones simplistas o directamente falsas de la crisis que estalló en los Estados Unidos en 2007, con un enorme efecto de contagio hacia Europa occidental principalmente, han prevalecido en las interpretaciones dadas por los medios de comunicación dominantes. Regularmente en 2007 y durante buena parte de 2008, se explicó a la opinión pública que la crisis se inició en los Estados Unidos porque los pobres se habían endeudado demasiado para adquirir casas que después no podrían pagar. El comportamiento irracional de los pobres fue señalado con el dedo como el origen de la crisis. A partir de fines de septiembre del 2008, después de la quiebra de Lehman Brothers, el discurso dominante cambió y comenzó a señalar a las ovejas negras que, en el seno del mundo de las finanzas, habían pervertido el funcionamiento virtuoso del capitalismo. Pero, ni mucho menos las mentiras o las manipulaciones dejaron de circular. Se pasó de los pobres, responsables de la crisis, a las manzanas podridas presentes en la clase capitalista: Bernard Madoff, que había montado una estafa de 50.000 millones de dólares o  Richard Fuld, el jefe de Lehman Brother.
 
Los inicios de la crisis se remontan al 2006, en el que el precio de las viviendas se derrumbó en los Estados Unidos debido al exceso en la construcción, que fue provocado a su vez por la burbuja especulativa que al inflar el precio de los inmuebles había conducido al sector inmobiliario a aumentar exageradamente su actividad en comparación con la demanda solvente. Fue esta caída del precio de los bienes inmuebles la que condujo al aumento del número de familias incapaces de pagar sus mensualidades de créditos hipotecarios subprimes. De hecho en los Estados Unidos las familias tienen la posibilidad y la costumbre de, cuando los precios de los bienes inmuebles están a la alza, refinanciar su préstamo hipotecario al cabo de 2 o 3 años a fin de obtener condiciones más favorables (esto sucedió aun cuando en el sector de los préstamos subprimes la tasa de los 2 o 3 primeros años era baja y fija, alrededor del 3%, antes de subir vertiginosamente y de volverse variable al 3° o 4° año). Visto que los precios de los bienes inmuebles comenzaron a bajar desde 2006, las familias que habían recurrido a los préstamos subprimes ya no estuvieron en medida de refinanciar favorablemente su crédito hipotecario, los impagos comenzaron a multiplicarse desde inicios de 2007, lo que provocó la quiebra de 84 sociedades de crédito hipotecario en los Estados Unidos entre enero y agosto de 2007.
 
Como ocurre a menudo, la crisis se explicó de manera simplista con el estallido de una burbuja especulativa, pero la causa real hay que buscarla a la vez en el sector de la producción y en la especulación. Por supuesto, el hecho de que una burbuja especulativa haya sido creada y terminara por estallar no hace sino que multiplicar los efectos de la crisis que se inició en la producción. Todo el sistema de los préstamos subprimes y los productos estructurados creados desde mediados de los años 90 se vino abajo, lo que tuvo terribles repercusiones sobre la producción en diferentes sectores de la economía real. Acto seguido, las políticas de austeridad amplificaron el fenómeno desembocando en el periodo recesivo-depresivo prolongado en el cual la economía de los países más industrializados se encuentra estancada.
 
El impacto de la crisis inmobiliaria en los Estados Unidos y de la crisis bancaria que la remplazó tuvo un enorme efecto de contagio internacional ya que numerosos bancos europeos habían invertido masivamente en los productos estructurados y derivados estadounidenses. Desde los años 90, el crecimiento en los Estados Unidos y en varias economías europeas estuvo sostenido por una hipertrofia del sector financiero privado y por un aumento incomparable de las deudas privadas: deudas de las familias[7], deudas de las empresas financieras y no financieras. En cambio, las deudas públicas tuvieron tendencia a bajar entre la segunda mitad de los años 1990 y los años 2007-2008.
 
Hipertrofia pues del sector financiero privado. El volumen de los activos de los bancos privados europeos en relación al producto interior bruto se infló de manera extraordinaria a partir de los años 90 para alcanzar en 2011[8] 3,5 veces el PIB de los 27 países miembros de la Unión Europea. En Irlanda, en 2011, los activos de los bancos representaban 8 veces el producto interior bruto del país.
 
Las deudas de los bancos privados[9] de la zona euro representan igualmente 3,5 veces el PIB de la zona. Las deudas del sector financiero británico alcanzan cifras récord en proporción al PIB: 11 veces superiores, mientras que la deuda pública representa alrededor del 80% del PIB.
 
La deuda bruta de los Estados de la zona euro representaba 86% del PIB de los 17 países miembros en 2011[10]. La deuda pública griega representaba 162% del PIB griego en 2011 mientras que las deudas de su sector financiero representan 311% del PIB, es decir el doble. La deuda pública española alcanzaba 62% del PIB en 2011 mientras que las deudas del sector financiero alcanzaban 203%, es decir el triple de la deuda pública.
 
Un poco de historia: el establecimiento de una regulación financiera estricta como consecuencia de la crisis de los años 1930
 
El crack de Wall Street en octubre de 1929, la enorme crisis bancaria de 1933 y el periodo prolongado de crisis económica en los Estados Unidos y en Europa de los años 1930 condujeron al presidente Franklin Roosevelt, y más tarde a Europa, a regular fuertemente el sector financiero a fin de evitar la repetición de graves crisis bursátiles y bancarias. Consecuencia: en el transcurso de los treinta años que siguieron la segunda guerra mundial el número de crisis bancarias ha sido mínima. Es lo que muestran dos economistas neoliberales norteamericanos, Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff, en un libro publicado en 2009 y titulado Esta vez es distinto: Ocho siglos de necedad financiera. Kenneth Rogoff fue economista jefe del FMI y Carmen Reinhart, profesora de universidad, es consejera del FMI y del Banco Mundial. Según estos dos economistas,que son de todo salvo favorables a una puesta en tela de juicio del capitalismo, la cantidad muy reducida de crisis bancarias se explica principalmente « por la represión de los mercados financieros internos (en diversos grados), y luego por un recurso masivo a los controles de capitales durante muchos años después de la segunda guerra mundial »[11].
 
Una de las medidas duras adoptadas por Roosevelt y los gobiernos de Europa (en particular bajo la presión de las movilizaciones populares en Europa después de la Liberación) consistió en limitar y regular estrictamente el uso que los bancos podían hacer del dinero del público. Este principio de protección de los depósitos dio lugar a la separación entre bancos de depósitos y bancos de inversión cuya ley americana, llamada Glass Steagall Act, constituyó la forma más conocida, aunque fue igualmente aplicada con ciertas variantes en los países europeos.
 
Con esta separación, sólo los bancos comerciales podían recibir los depósitos del público, que gozaban de una garantía del Estado. Paralelamente a esto, su campo de actividades fue reducido a los préstamos a particulares y a empresas, excluyendo la emisión de títulos, de acciones y de cualquier otro tipo de instrumento financiero. Los bancos de inversión debían, por su parte, captar sus recursos en los mercados financieros a fin de poder emitir títulos, acciones y cualquier otro instrumento financiero.
 
La desregulación financiera y el giro neoliberal
 
El giro neoliberal de finales de los años 70 puso en tela de juicio estas regulaciones. Al cabo de una veintena de años, la desregulación bancaria y financiera había sido consumada en términos generales. Como señalan Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart, las crisis bancarias y bursátiles se han multiplicado a partir de los años 80, tomando formas cada vez más agudas.
 
En el modelo tradicional heredado del periodo prolongado de regulación, los bancos evalúan y corren el riesgo, es decir, ellos analizan las solicitudes de crédito, deciden o no si satisfacerlas, y, una vez los préstamos son concedidos, los mantienen en su balance hasta  su vencimiento (se habla aquí del modelo originate and hold, « conceder y mantener »).
 
Aprovechando el profundo movimiento de desregulación que ellos mismos provocaron, los bancos abandonaron el modelo « conceder y mantener » para aumentar el rendimiento respecto a sus fondos propios. Para ello, los bancos inventaron nuevos procedimientos, en particular la titularización, que consiste en transformar los créditos bancarios en títulos financieros. El objetivo perseguido era simple: quitar de sus cuentas los créditos y riesgos correspondientes. Transformaron estos créditos en títulos bajo la forma de productos financieros estructurados, que vendieron a otros bancos e instituciones financieras privadas. Se habla aquí de un nuevo modelo bancario llamado originate to distribute, « conceder para traspasar », llamado igualmente originate repackage and sell, « conceder, empaquetar y vender ». Para el banco, la ventaja es doble: disminuye su riesgo al sacar del activo de su balance los créditos que ha concedido y dispone además de medios suplementarios para especular.
 
La desregulación permitió al sector financiero privado y en particular a los bancos abusar de la llamada estrategia del apalancamiento. Xavier Dupret describe claramente el fenómeno: « El mundo bancario se ha endeudado mucho, estos últimos años, por medio de lo que se llama el efecto apalancamiento. El efecto apalancamiento consiste en recurrir al endeudamiento para aumentar la rentabilidad de los recursos propios. Y para que éste funcione, es necesario que la tasa de rentabilidad del proyecto seleccionado sea superior al tipo de interés a abonar por la suma tomada en préstamo. El apalancamiento se ha vuelto cada vez más importante con el tiempo, lo que evidentemente no deja de plantear problemas. Así, en la primavera de 2008, los bancos de inversión de Wall Street tenían un apalancamiento que oscilaba entre 25 y 45 (por un dólar de fondos propios habían tomado prestado entre 25 y 45 dólares). Por ejemplo, Merrill Lynch tenía un apalancamiento de 40 veces sus recursos propios. Esta situación era obviamente explosiva ya que una institución que tiene un ratio de apalancamiento de 40 a 1 ve desaparecer sus fondos propios con una bajada del 2,5% (es decir 1/40) del valor de los activos adquiridos. »[12]
 
Gracias a la desregulación los bancos han podido desarrollar actividades que implican  volúmenes gigantescos de financiación (y por lo tanto de deudas) sin asumirlos en sus balances contables. El endeudamiento fuera de balance llegó a tal punto que en 2011 el volumen de las actividades en cuestión sobrepasaba 67 billones de dólares (67,000,000,000,000$, lo que equivale aproximadamente a la suma de los PIB de todos los países del planeta): este es el llamado sector bancario en la sombra, el shadow banking[13]. Cuando la actividad fuera de balance desemboca en pérdidas masivas, ello repercute tarde o temprano en la salud de los bancos que la han iniciado. Son los grandes bancos los que dominan de muy lejos esta actividad oculta. La amenaza de la quiebra conduce a los Estados a prestarles auxilio, en particular recapitalizándolos. Mientras que los balances oficiales de los bancos registraron una reducción de volumen desde el inicio de la crisis en 2007-2008, el volumen fuera de balance, el shadow banking, no  siguió la misma evolución. Después de haber disminuido entre 2008 y 2010 volvió en 2011-2012 al nivel de 2006-2007, lo que constituye un síntoma claro de la peligrosidad de la situación de las finanzas privadas mundiales. En consecuencia, el alcance de la acción de las instituciones públicas nacionales e internacionales, que están a cargo, usando su vocabulario, de conducir las finanzas a comportamientos más responsables, es muy limitado. Los reguladores no tienen siquiera los medios para conocer las actividades reales de los bancos que se supone deben controlar.
 
El Consejo de Estabilidad Financiera (FSB), el órgano erigido por el foro del G20 a cargo de la estabilidad financiera mundial, ha revelado las cifras de 2011. « El tamaño del ‘shadow banking’, que escapa a toda regulación, es de 67 billones de dólares según su informe que incluye a 25 países (90% de los activos financieros mundiales). Se trata de 5 a 6  billones más que en 2010. Este sector ‘paralelo’ representa él solo la mitad del tamaño de los activos totales de los bancos. En relación al Producto Interior Bruto del país, la banca oculta prospera  en Hong-Kong (520%), en los Países Bajos (490%), en el Reino Unido (370%), en Singapur (260%) y en Suiza (210%). Pero, en términos absolutos, los Estados Unidos permanecen en primera posición puesto que allí este sector paralelo representa 23 billones de activos en 2011, seguido por la zona euro (22  billones) y el Reino Unido (9 billones). »[14]
 
Una gran parte de las transacciones financieras escapa totalmente al control oficial. Como se ha dicho anteriormente, el volumen de la actividad bancaria oculta representa ¡la mitad del volumen de los activos totales de los bancos! También hay que medir el mercado “over the counter” (OTC) – es decir sin control por parte de las autoridades de los mercados – de los productos financieros derivados. El volumen de los productos derivados ha crecido de manera exponencial entre los años 1990 y los años 2007-2008. Si bien ha declinado un poco a inicios de la crisis, el valor hipotético de los contratos de derivados en el mercado OTC alcanzó en 2011 la astronómica suma de 650 billones de dólares (650,000,000,000,000 $), es decir unas 10 veces el PIB mundial. El volumen del 2° semestre de 2007 es superado y el del primer semestre de 2008 está a la vista… Los swaps sobre tipos de interés representan 74% del total mientras que los derivados en el mercado de divisas representan 8%, los Credit default swaps (CDS) 5%, los derivados sobre las acciones 1%, distribuyéndose el resto en una multitud de productos.
 
Desde 2008, los rescates bancarios no han desembocado en comportamientos más responsables
 
La crisis financiera de 2007 ha visto a los bancos, a pesar de ser culpables de maniobras reprobables y haber asumido riesgos inimaginables, ser favorecidos de inyecciones masivas de fondos a través de numerosos y costosos planes de rescate. En un estudio muy documentado[15], dos investigadores se han propuesto verificar « si las operaciones de rescates públicos fueron seguidas de una mayor reducción de riesgos en los nuevos préstamos concedidos por los bancos ayudados en relación a los que no lo han sido ». Para hacer esto, los autores analizaron el balance y los préstamos sindicados (se trata de los créditos concedidos a una empresa por varios bancos) otorgados por 87 grandes bancos comerciales internacionales. Los autores han revelado que « les bancos que recibieron ayuda siguieron firmando préstamos sindicados riesgosos »  observando que « los préstamos sindicados de los bancos que recibieron una ayuda para salir a flote luego, eran más arriesgados antes de la crisis, que los de las instituciones que no recibieron ayuda ». Lejos de constituir un remedio y una protección eficaz contra los extravíos de los bancos, los planes de rescate de los Estados han constituido, por contra, un potente incitador para proseguir e incluso intensificar sus prácticas culpables. En efecto, « la perspectiva de un apoyo del Estado puede acarrear una riesgo moral (moral hazard)  y conducir a los bancos a tomar mayores riesgos »[16].
 
En suma, una grave crisis de deudas privadas provocada por las maniobras irresponsables de los grandes bancos ha empujado enseguida a los dirigentes estadounidenses y europeos a ir en su ayuda usando fondos públicos. La música lancinante de la crisis de las deudas soberanas pudo ser entonces entonada para imponer sacrificios brutales a los pueblos. La desregulación financiera de los años 90 ha sido el humus fértil para esta crisis con consecuencias sociales dramáticas. Mientras no pongan en jaque mate a las finanzas internacionales, los pueblos estarán en sus manos. Este combate debe intensificarse lo antes posible.
 
- Eric Toussaint, Universidad de Lieja, es presidente del CADTM Bélgica (Comité por la anulación de la deuda del Tercer Mundo, www.cadtm.org) y miembro del Consejo Científico de ATTAC France. Ha escrito junto con Damien Millet, AAA. Audit Annulation Autre politique, Seuil, Paris, 2012.
 
El autor agradece a Patrick Saurin, Daniel Munevar, Damien Millet y Virginie de Romanet por la ayuda que le han brindado en la elaboración de este artículo.
 
Traducido por Inés Hidalgo, Sergi Cutillas y Itziar Giménez. Revisión final por Stéphanie Jacquemont.


[1] La deuda soberana es la deuda de un Estado y de los organismos públicos que dependen de él.
[2] En general, el término « activo » hace referencia a un bien que posee un valor realizable, o que puede generar ingresos. En el caso contrario, se habla de « pasivo »,es decir la parte del balance compuesto de recursos de los que dispone una empresa (capitales propios aportados por los socios, provisiones por riesgos y cargas, deudas). Véase: http://www.banque-info.com/lexique-bancaire/a/
[3] Numerosos bancos dependen de un financiamiento a corto plazo ya que encuentran enormes dificultades para pedir préstamos en el sector privado a un costo sostenible (es decir el más bajo posible) en particular, bajo la forma de emisión de títulos de deuda. Como lo veremos más adelante, la decisión del BCE de prestar un poco más de 1 billón de euros (1,000,000,000,000 €) a una tasa de interés del 1% por un periodo de 3 años a más de 800 bancos europeos constituyó una tabla de salvación para un gran número de ellos. Luego, gracias a estos préstamos del BCE, los más sólidos de entre ellos, tuvieron nuevamente la posibilidad de emitir títulos de deuda para  financiarse. Ello no habría sido el caso si el BCE no hubiera actuado de prestamista en última instancia y esto por 3 años.
[4] Sobre el episodio de octubre de 2011, véase Eric Toussaint, Crash de Dexia, “¿Ya está en camino un efecto dominó en la UE?”, 7 de octubre de 2011, http://cadtm.org/Ya-esta-en-camino-un-efecto-domino
[5] Sobre el episodio de octubre de 2012 que desembocó en un nuevo salvataje bajo la forma de una recapitalización, véase Eric Toussaint, « Fallait-il à nouveau injecter de l’argent dans Dexia ? », Le Soir, 2 de noviembre de 2012, http://cadtm.org/Fallait-il-a-nouveau-injecter-de-l; véase igualmente: CADTM, « Pour sortir du piège des recapitalisations à répétition, le CADTM demande l’annulation des garanties de l’Etat belge aux créanciers du groupe Dexia », 31 de octubre de 2012, http://cadtm.org/Pour-sortir-du-piege-des; CADTM, « Pourquoi le CADTM introduit avec ATTAC un recours en annulation de l’arrêté royal octroyant une garantie de 54 milliards d’euros (avec en sus les intérêts et accessoires) à Dexia SA et Dexia Crédit Local SA », 22 de diciembre de 2011, http://cadtm.org/Pourquoi-le-CADTM-introduit-avec
[7] Las deudas de las familias incluyen las deudas que los estudiantes americanos han contraído para sufragar sus estudios. Las deudas de los estudiantes en los Estados Unidos alcanzan el importe colosal de 1 billón de dólares (1,000,000,000 $), es decir más que el total de las deudas externas públicas de América Latina (460 mil millones de dólares), del África (263 mil millones) y del Asia del Sur (205 mil millones). Véase para el importe de las deudas de estos « continentes »: Damien Millet, Daniel Munevar, Eric Toussaint, Les Chiffres de la dette 2012, cuadro 7, pág. 9. Se puede descargar de: http://cadtm.org/Les-Chiffres-de-la-dette-2012
[8] Véase Damien Millet, Daniel Munevar, Eric Toussaint, Les Chiffres de la dette 2012, cuadro 30, p. 23. Este cuadro se basa en los datos de la Federación Europea del Sector Bancario, http://www.ebf-fbe.eu/index.php?page=statistics. Véase igualmente Martin Wolf, « Liikanen is at least a step forward for EU banks », Financial Times, 5 de octubre de 2012, pág. 9.
[9] Las deudas de los bancos no deben confundirse con sus activos, forman parte de su « pasivo ». Véase más arriba la nota de pie de página sobre « Activo » y « Pasivo » de los bancos.
[10] Véase Damien Millet, Daniel Munevar, Eric Toussaint, Les Chiffres de la dette 2012, cuadro 24, pág. 18. Este cuadro utiliza la base de datos de investigación de Morgan Stanley, así como http://www.ecb.int/stats/money/aggregates/bsheets/html/outstanding_amounts_index.en.html y
[11] Carmen M. Reinhart, Kenneth S. Rogoff, Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera, Fondo de Cultura Económica de España, S. L., 2011
[12]Xavier Dupret, « Et si nous laissions les banques faire faillite ? », 22 de agosto de 2012, http://www.gresea.be/spip.php?article1048
[13] Véase Daniel Munevar, “El Sistema Bancario en las Sombras: Cuales son los riesgos?”, 23 de febrero de 2012, http://cadtm.org/El-Sistema-Bancario-en-las-Sombras Vease también: Tracy Alloway, “Traditional lenders shiver as shadow banking grows”, Financial Times, 28 de diciembre de 2011
[14] Véase Richard Hiault, « Le monde bancaire « parallèle » pèse 67.000 milliards de dollars », Les Echos, 18 de noviembre de 2012, http://www.lesechos.fr/entreprises-secteurs/finance-marches/actu/0202393973644-le-monde-bancaire-parallele-pese-67-000-milliards-de-dollars-511912.php
[15] Michel Brei y Blaise Gadanecz, “Have bailouts made banks’loan book safer ?”, Bis Quaterly Review, september 2012, pp. 61-72. Las citaciones de este párrafo provienen de este artículo.
[16] Ibid.
 
Eric Toussaint
Alainet