lunes, 16 de julio de 2012

Limbos financieros

Unos 58.900 millones de euros fluyeron en 2011 desde los países en que se generaron a lugares con menor carga fiscal y mayores beneficios tributarios. Se trata de una práctica habitual en la economía mundial que supone el desangramiento de las cuentas de muchos países. En ocasiones este dinero proviene de mafias o narcotráfico, pero en la mayor parte de los emisores son empresas multinacionales.
Propietarios de grandes sumas de dinero buscan un recoveco en el sistema financiero mundial, en donde poder atenerse a régimen tributario más favorable a sus intereses que el de sus países de origen. En 2009, en la reunión del G-20 celebrada en Londres, el ex-presidente francés Nicolás Sarkozy anunció “el fin de la era del secreto bancario”.

En 2011 se acordó facilitar el intercambio de información tributaria y luchar contra estos limbos financieros. Sin embargo, la solución a la fuga de capitales evadidos aún está por llegar. La suma de dinero enviada a paraísos fiscales fue más de 10 veces superior a la del año anterior, según datos de Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea.

La evasión de capitales y su fuga a paraísos fiscales supone una sangría para el país de origen, pero castiga de forma más dura a aquellos que más necesitan esos recursos. Esta fuga impide el crecimiento de los países empobrecidos, lastra su economía y castiga a sus habitantes. Según Integridad Financiera Global, la mayor parte de estos fondos proceden de Asia (44,9%) y África (22,3%). América Latina es otra de las zonas más castigadas por el flujo de capitales evadidos. Ascendió a unos 46 mil millones de dólares anuales en México, 17 mil millones en Venezuela y de 10 mil millones en Argentina entre los años año 2000 y 2009. Se trata de países donde, en muchas ocasiones, grandes multinacionales buscan el máximo beneficio a cualquier precio. La emisión de facturas falsas o las transacciones entre empresas pertenecientes al mismo grupo son algunas de las prácticas más comunes. Una investigación llevada a cabo por Action Aid desveló que la empresa Mopani Cooper Mine evitó pagar al gobierno de Zambia 174 millones de dólares, mediante la venta -a un precio muy por debajo del precio de mercado- cobre extraído en el país a una compañía de su mismo grupo en Suiza.

Sin embargo no se trata de un problema exclusivo de los países del Sur. El periodista francés Xavier Heral desvela en su libro La gran evasión: el verdadero escándalo de los paraísos fiscales que este tipo de prácticas no sólo afectan a países en desarrollo. En Francia, por ejemplo, sólo 4 de cada 40 grandes empresas cumplen con el pago de 33% de las ganancias corporativas. En Europa, donde varios países ya han recibido rescates económicos, eso fondos ayudarían a paliar los efectos de la crisis económica. Supondrían un gran alivio para las arcas de muchos gobiernos que han aplicado políticas de recortes y para sus ciudadanos, forzados a apretarse cada vez más el cinturón.

Las Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo reciben con esperanza las medidas que persiguen la desaparición de los paraísos fiscales, pero insisten en que se debe ejercer más presión para que cambien las políticas financieras. Además se han de emprender una serie de medidas que ataquen el problema en su raíz.

“Los datos demuestran que se trata de una tendencia creciente pero que no varía con la expansión o contracción de una economía: es de carácter estructural”, asegura el economista argentino Jorge Gaggero. La existencia de paraísos fiscales impide una regulación financiera efectiva, lastra la economía de muchos países e impide frenar y controlar la inestabilidad de los mercados. Es urgente la puesta en marcha de medidas que acaben con estos limbos financieros para un funcionamiento más justo y ético de la economía mundial.

Javier Fernández Díaz
Periodista
CCS (Centro de Colaboraciones Solidarias)

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