lunes, 7 de enero de 2013

Cómo nos roban

El 4 de enero de este año, el Wall Street Journal (WSJ) publica un artículo titulado España recurre al fondo de reserva de las pensiones para comprar su propia deuda. Está en inglés. Quien quiera una versión española, puede acudir al blog de Armak de Odelot, que tiene una entrada titulada España saquea el 90% del Fondo de Seguridad Social para comprar su propia deuda, que trae una versión del artículo del WSJ aunque, al estar traducida por Google, a veces no se entiende gran cosa. El asunto es bien sencillo: después de prometer que jamás tocaría las pensiones y después de tocarlas a la baja (aunque diciendo lo contrario) el gobierno ha esquilmado el fondo de reserva de la seguridad social, utilizándolo para los más diversoso menesteres. Queda menos del 10% de los 65.000 millones del fondo. Es un atraco en toda regla y a la chita callando a los pensionistas, cuyo futuro se ensombrece aun más si cabe. Según el gobierno no hay ningún problema, los fondos están garantizados por la deuda española que cada día vale menos y está a punto de desplomarse. No la deuda, sino la capacidad de pagarla. Y entonces habrá quita y adiós el fondo de reserva de la Seguridad Social, eso que no es el Estado cuando al Estado le va bien pero sí lo es cuando le va mal. Un robo en toda regla a los pensionistas. 

El otro atraco de miles de millones es el rescate de la banca con dinero público. Aquí el desfalco es en bastantes casos por partida doble porque muchos de quienes han de sufragar el rescate de la banca con sus impuestos son aquellos a quienes esa misma banca ha arruinado. 

La enorme evasión de impuestos es otro latrocinio en forma de lucro cesante de la colectividad. Los impuestos evadidos al Estado, en miles de millones, son impuestos pagados por quienes no los evaden. Es decir miles de millones que están obligados a pagar porque los otros no cumplen. No solo no cumple; el Estado los protege, los amnistía, no los persigue y se niega a dar publicidad a sus nombres. 

Las privatizaciones son lo mismo: formas más o menos disimuladas de hurtarle el dinero a la colectuvidad. No son tan solo muestras de la corruptela de la puerta giratoria entre la política y la empresa. No se limitan a casos especialmente escandalosos por lo inmoral, como el del fichaje de Rato por Telefónica, la empresa privatizada por él. Van mucho más allá. En las privatizaciones de la sanidad pública y la gestión privada de los hospitales en Madrid se está hipotecando la Comunidad por los próximos treinta años. Es una práctica perversa la de ahorrar dinero hoy para transferir su pago a los gobernantes y las generaciones posteriores. Y eso sin contar con que es falso que la gestión privada ahorre. Al contrario (a la vista está en Manises y en Collado Villalba) es mucho más gravosa para el erario público. Pagamos más por servicios peores. O sea, más robo. Privatizar es poner lo público al servicio de lo privado y en manos de unas empresas que actúan prácticamente como monopolios y monopsonios, con un único cliente, el Estado, del que viven, acogidas a esa intolerable práctrica de privatizar los beneficios y socializar las pérdidas. 

Todas las medidas del gobierno hasta la fecha son de saqueo de los ciudadanos: las subidas de impuestos directos e indirectos, de las contribuciones, de las tasas, de las matrículas, la imposición de nuevas exacciones como el doble pago de los servicios, la disminución de las becas, todo ello es sacar directamente a la gente el dinero del bolsillo. Atraco. 

Y a todo ello es preciso hacer frente con el salario congelado o mermado. Y eso, el que lo tiene.
 
Ramón Cotarelo
elmercuriodigital.es 

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