lunes, 18 de marzo de 2013

Sólo te pagan el 42% de lo que trabajas

Algunos científicos sociales tenemos el objetivo de comprender la dinámica de la sociedad e identificar aquellos aspectos que nos parecen injustos para así poder transformarlos. Para ello, creemos necesario explicar el porqué de los mismos pero sin ninguna intención de aleccionar ni de imponer las normas de funcionamiento de una nueva organización social. En este sentido, consideramos que la posibilidad de un espacio de creación común de una sociedad nueva sólo existirá tras un cambio de fondo. ¿En qué se puede basar el desarrollo de una conciencia social que sea funcional a este cambio social?
Pensamos que un concepto que casi ha quedado relegado a libros antiguos de algunas bibliotecas tiene una vigencia total en la actualidad. Nos estamos refiriendo a la explotación de la cual somos objeto los trabajadores. La concepción más extendida actualmente entre el conjunto de trabajadores es que sólo existe explotación cuando hay malas condiciones de salubridad, cuando se trabajan más horas de las que establece el contrato, etc.

Sin embargo, nosotros tratamos de reivindicar que la explotación es algo inherente al trabajo asalariado, la cual se refiere a una parte de la producción generada durante la jornada laboral que es apropiada por los empresarios. Y no es que ellos sean malas personas, sino que la actual formación social legitima dicha apropiación debido a diferentes criterios como el espíritu innovador o el riesgo a invertir, dándole una importancia central a la “aportación” que hace el capital al producto.

Para evidenciarlo, gracias a una investigación más amplia, mostramos una aproximación al tiempo de trabajo que dedica el conjunto de asalariados del Estado Español a producir el equivalente a su salario (tiempo de trabajo necesario), así como el tiempo de trabajo que  es apropiado por el conjunto de empresarios (tiempo de trabajo excedente). El cálculo está hecho a partir de datos del INE sobre las remuneraciones de asalariados y datos de AMECO sobre el PIN (Producto Interno Neto). Evidentemente, no pretendemos mostrar una medición exacta, sino que el objetivo es realizar una aproximación a estos fenómenos a través de los datos disponibles.

Como se puede observar en el gráfico 1, el tiempo de trabajo necesario está alrededor de los 25 minutos por cada hora, es decir, sólo son necesarios 25 minutos para generar  la riqueza equivalente al salario. En el periodo que va de 1995 a 2008, la evolución se caracteriza por un leve crecimiento y, posteriormente, dos años continuos de descenso. Por su parte, el tiempo de trabajo del que se apropia el empresario ronda los 35 minutos y desde el estallido de la crisis experimenta una tendencia creciente.


El cambio de tendencia experimentado, a partir de 2008, se debe fundamentalmente a que la productividad está creciendo por encima de los salarios reales, lo que posibilita reproducir el salario del trabajador en un menor tiempo. Por tanto, dada esta situación, el empresario puede apropiarse de una mayor parte de lo producido durante la jornada laboral.

Como se puede observar en el gráfico 2, la tendencia de la productividad presenta un estancamiento general hasta dos años antes de la crisis, cuando más decrece, y un crecimiento bastante intenso en los dos últimos años del periodo seleccionado. Esto último se debe fundamentalmente al efecto del desempleo y no a un progreso técnico que haya dotado de nuevas capacidades productivas a las empresas españolas. Es importante destacar que al darse un aumento de la productividad después del estallido de la crisis y al mantenerse el nivel de producción estable (gráfico 3) en un contexto de aumento del desempleo, esto nos indica que se ha intensificado el trabajo de los individuos ocupados. Además, bajo este razonamiento, podemos afirmar que el estancamiento de la productividad sigue siendo uno de los problemas más importantes de la economía española.


Por otro lado, la evolución de los salarios reales (gráfico anterior) muestra un descenso en las tasas de crecimiento aunque sólo experimentan tasas negativas después del estallido de la crisis, cuando retroceden intensamente. Esto muestra cómo, desde 2008, los avances de la productividad están siendo apropiados por la clase empresarial, ya que gracias a la complicidad del gobierno, ha conseguido imponer retrocesos salariales generalizados. En este punto también es importante mencionar que la existencia de una masa de desempleados tan numerosa es asimismo funcional al descenso salarial de aquellos que todavía mantienen el empleo.


La condición de explotación entendida, más allá de la dureza de las condiciones laborales, como tiempo de trabajo no remunerado es la esencia misma del sistema capitalista, actualmente en crisis, como se manifiesta particularmente en el caso español. Además es importante resaltar que dicha crisis no afecta por igual a la sociedad en su conjunto, ya que hay una clase social que no solamente no se ve perjudicada, sino que además mejora su condición económica.

Esto se constata, en el gráfico 4, por el cambio de la proporción de la ganancia con respecto al total de la renta nacional (beneficio relativo), la cual pasó del 46% en 2008 al 50% en 2010. Durante los años previos, la evolución del salario relativo y del beneficio relativo era ínfima, hasta que en 2006 el salario relativo empieza a aumentar lo que significaba un crecimiento de la participación de los trabajadores de la riqueza creada. Pero a partir de 2008, como hemos mencionado antes, esta tendencia se revierte en beneficio de los empresarios. En 2010 se llega casi a una paridad en la distribución de la renta nacional entre asalariados y no asalariados pero con una tendencia a la baja de la parte destinada a retribuir a los trabajadores que evidentemente son los más afectados por la actual crisis.


La explotación y la distribución del ingreso son aspectos de nuestra sociedad que creemos que condicionan en gran medida la calidad de vida de la mayoría de la población. Y sí, es de la mayoría de la población porque la suma de los trabajadores asalariados y de los desempleados llega casi al 90% de la población desde la década pasada.

Con este argumento, tratamos de demostrar que es necesario plantearse una serie de transformaciones estructurales que tengan como fin último eliminar la creciente desigualdad social y mejorar la calidad de vida de los trabajadores, permitiéndoles apropiarse de los frutos de su propio trabajo sin que nadie tenga la lícita capacidad de arrebatárselos.

Bibliografía
•             Guerrero, Diego. Acumulación de capital, distribución de la renta y crisis de rentabilidad en España. España: Editorial de la Universidad Complutense de Madrid, 1989.
•             Marx, Carlos. Teorías de la plusvalía. México: FCE, 1980
•             Marx, Carlos. El Capital. México: FCE, 1998
•             Shaikh, Anwar. Valor, acumulación y crisis. Ensayos de economía política. Colombia: Tercer mundo editores, 1990
•             Valenzuela, José. “El sector de la construcción: salarios, tecnología, rentabilidad”, en Denarius, n° 17, noviembre de 2008. México, UAMI
•             Valenzuela, José y Egurrola, Isaac. Explotación y Despilfarro: Análisis Crítico de la Economía Mexicana. México: Plaza y Valdes, 1999.

 Iván Moisés Camacho Aparicio, Carolina Hernández Calvario y Alfredo del Río Casasola (UNAM, UCM)
EconoNuestra

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